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Las horas bajas de Guardiola coinciden con las de Simeone. No sé qué significa, salvo que permite pensar que dos ideas muy distintas no están libres a veces de acabar igual. Vivir todo el tiempo en paralelo es dificilísimo. Antes o después se produce un despiste y todos los caminos coinciden, aunque sea en el drama. El juego de los equipos de Guardiola y Simeone los mantuvo siempre en las antípodas, y cuando se enfrentaron pasaron cosas tan extrañas como que el Bayern fue tan infinitamente superior que ganó el Atlético. Una cosa por otra. Pero de eso hace mucho tiempo. Hoy el City está a 22 puntos del Liverpool, desahuciado, y el Atlético en la sexta posición, a 13 puntos del Madrid. Y moribundo también.

No se parecen en nada el uno al otro. En parte, porque un gran entrenador nunca se confunde con otro. Pero sus desgracias los acercan: ninguno levanta cabeza. ¿Qué les pasa a sus equipos? En general, a la afición no le gusta pensar que en la vida de sus héroes se produce un eclipse de vez en cuando. Se lo pueden esperar de cualquiera, menos de ellos. El liderazgo de Guardiola y Simeone es tan intenso que cuando declina, aun temporalmente, sus seguidores se sienten desasosegados porque no entienden nada. Si el líder al que lo fías todo se precipita a una mala racha sientes como si sólo te tuvieses a ti mismo, lo cual no es mucho. Cómo vas a confiar en tus propias capacidades.

Simeone, en el Bernabéu durante el Madrid-Atlético.
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Simeone, en el Bernabéu durante el Madrid-Atlético.JESUS RUBIODIARIO AS

"Nunca había suspendido ni una", le dijo mi madre al psicólogo, en tercero de BUP, el día que irrumpí con siete insuficientes de golpe. Pero Guardiola y Simeone… Ellos no. Ellos y sus equipos seguramente no han tocado ni el hachís, como me ocurrió a mí en aquella época. Entonces, qué les pasa. ¿Por qué este eclipse? Te planteas si no habría que encerrarlos en una habitación, hacerles hablar, meter la mano en sus cabezas, a ver qué sale. ¿Y si hay que llevarlos a un especialista? Acaso todo sea mental y halle respuesta en el pasado, en la infancia. Incluso, si hacemos caso de Freud, en los órganos genitales.