Con Kroos todo le fue fácil al Madrid

El Madrid comenzó donde lo dejó en Valladolid y el balón parado le disparó pronto a un triunfo de señas de identidad reconocibles en su proceso de reconstrucción con Zidane. No fue una noche de trincheras. Al Zaragoza de la Copa, con una legión de suplentes y sin sus mejores jugadores de inicio en el césped (Cristian Álvarez, Vigaray, Guti, Puado, Luis Suárez...), le vino grande el duelo, condenado por errores individuales y a causa de sus problemas para sortear el dique de contención adelantado del Madrid. Ni tan siquiera le dio tiempo a imaginar un partido que nunca existió. Su acto de resistencia duró minutos. Zidane se guardó poco y el Madrid encaró el encuentro con el compromiso general que tan buenos réditos le está dando. Donde no le llegan automatismos ofensivos claros nunca le faltan las piernas y las buenas intenciones en el trabajo sin balón.

El pase copero se cimentó en la superioridad que tuvo en la medular en todos los frentes del juego. Forzado en parte por la lesión de Ros, Víctor Fernández sólo alineó a Eguaras y James en el centro y estructuró a su conjunto en un 1-4-4-2 en fase defensiva. El mayor número de figuras madridistas —Kroos, Valverde y James— resultó determinante para plasmar su dominio tanto en la posesión como en la recuperación. Al Zaragoza le fue muy difícil arrebatarle al balón y encontrar vías de escape ante la presión adelantada del Madrid. Aunque Kagawa aportó aire entre líneas, sobre los dos medios zaragocistas siempre habían piezas cercanas del Madrid. Se produjeron demasiadas situaciones de dos contra tres. Kroos estuvo superlativo y dirigió la invasión. En la banda izquierda —41% de los ataques— también dibujó el Madrid su autoridad ante un Delmás superadísimo que nunca contó con las coberturas adecuadas de André Pereira. Los goles cayeron como una losa en un Zaragoza que tomó otro volumen con la salida de Luis Suárez, pero la bondad de su última línea volvió a dejar la puerta abierta a un Madrid que siempre llevó el partido hacia sus intereses. La Copa importa a Zidane y esa actitud se revela en las alineaciones y en el comportamiento de su equipo. La fiesta del Zaragoza es otra. Una más importante.