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Admiro a la gente que sabe decir "no" sin rodeos, incluso antes de que le pregunten. "Perdone, ¿usted…?" "No, por dios. Y apártese". Un "no" rara vez pasa de moda. Naturalmente, decir "no", cuando la pregunta es "¿Quieres entrenar al Barça de Messi?", es dificilísimo. La palabra se hace eterna. No cabe en la boca. Empiezas a decirla, y te quedas sin respiración por la mitad. Casi es lógico que prefieres reemplazarla por una más corta, y que ni siquiera es sinónima, como "sí". Decir "sí" al Barça es sencillo. Lo hizo el Tata Martino.

Puedes estar una semana, un mes ensayando el "no", que cuando llega el momento, te sale "sí" sin querer. Sería una especie de "Ni loco. Nnnnnnsí, por supuesto, ¿a qué hora?". El "no" de Xavi Hernández al Barça, sabiendo como sabíamos que le encantaría responder “sí”, resulta aún más admirable. Ídolo. Cuando todo el mundo a tu alrededor asegura que la vida es corta, ¿vas tú y piensas que es larga, y que ya podrás en el futuro decir "sí"? ¡Pero si podría no haber futuro! Es una locura. Pero en la vida hay esta un poco loco para no hacer lo que el resto. De hecho, hay que estar un poco loco para no cometer la chifladura de entrenar al Barça en este momento de su vida, sólo porque el club está desesperado porque pasa el tiempo, Messi se hace mayor y parece que se han derrochado unos años maravillosos sin beber champagne.

Hay que valer para decir "no". Hace unos meses me escribió un desconocido. Deseaba enviarme su novela. Yo prefería que no lo hiciese, pero al final le di mi dirección. El día que me la entregó el cartero me juré no leerla. Al poco me escribió otra vez el autor. "¿Te ha gustado?" Me pareció que acababa antes leyéndola que admitiendo que no la había leído todavía, ni tenía ganas de hacerlo. No me gustó. Cuando le escribí para expresarle que me parecía un horror, rebajé el tono tanto que al final sólo le hablé de los aciertos. El "no" de Xavi es una lección para todos. Quizá sea la mejor frase de toda su vida. O eso, o que realmente Qatar es un sitio tan idílico, y la gente es tan feliz, que ni por Messi te entran ganas de marcharte.