¿Te atreverías a jugar…?
Como mujer, como lesbiana, como futbolista, como feminista, como entrenadora… como ser humano, me duele la falta de cariño de unos humanos con los otros. El fútbol es business. También reconozco que no soy una mujer de negocios y que simplemente amo el fútbol. Entiendo la falta de ética y de valores de todos nosotros. Pero hacer algo por dinero cuando ni tan siquiera te hace falta, no lo entiendo, eso es falta de todo.
Son muchos los regímenes autoritarios que han usado el deporte para lavar su imagen (Qatar, China…) Cuando jugamos el Mundial de Rusia en 2018, reflexioné sobre lo que suponía darle publicidad a un país donde existen las brigadas antigays y las matanzas de honor. Los primeros salen de caza para dar palizas a los homosexuales y luego entregarlos a la Policía. Las matanzas de honor, son los asesinatos que cometen las propias familias cuando se enteran de que un familiar es homosexual. Como no soy una estrella de fútbol, por mucho que intento meterme en sus cabezas, desconozco hasta qué punto es más importante para un futbolista disputar un Mundial, conseguir más fama y dinero que llamar la atención de toda la comunidad del fútbol, plantándose y contando lo que están sufriendo otros seres humanos en ese país.
Dudé de si era bueno o no jugar en Rusia porque cabía la posibilidad de que, a través de la fiesta del Mundial, la sociedad rusa viera ejemplos de diversidad por sus calles, abrieran los ojos y se dieran cuenta de que en muchos países del mundo existe la diversidad y se respeta. No fue así. Al terminar el Mundial todo siguió igual. Ahora con la Supercopa, otra vez lo mismo. Por dinero, nos vamos a Arabia Saudí, a Yeda, donde las mujeres son tratadas como ciudadanas de tercera categoría. Primero están los hombres, luego los niños (que no las niñas) y por último las mujeres.
Por eso quiero proponeros un juego. Verlo todo al revés: ¿Iríais a jugar al fútbol a un país donde los hombres no pueden vestirse con libertad?; ¿donde los hombres necesitan el permiso de su guardiana para todo (viajar, trabajar, abrir una cuenta en un banco, ir al médico…)?; ¿donde los hombres no pueden bañarse en las piscinas porque son sólo para mujeres?; ¿donde los hombres no pueden relacionarse con mujeres que no sean de su familia?; ¿donde los restaurantes y las colas para pagar están segregadas por sexos (como durante el apartheid)? Todo eso y más prohibiciones castigadas con lapidaciones, latigazos y decapitaciones.
Pensáis que la Supercopa servirá para abrir el camino hacia la libertad de una de las dictaduras más opresivas del mundo? No creo. De momento, sólo ha servido para echar a Valverde. Aunque algo hemos aportado a sus vidas. Muchas mujeres han entrado por primera vez a un estadio de fútbol y se han sentado donde han querido. Vamos a disfrutar de este fin de semana de fútbol y aprovechar que aquí, sí que nos dejan. ¡Bienvenido Setién!