Un delito y un esperpento

El fútbol es un espectáculo y el Málaga, un esperpento. De lo primero hay pruebas constantes, sin ir más lejos las dos semifinales de la Supercopa de España. En la primera, una victoria sin paliativos y en la segunda, un triunfo de raza. Eso es lo que esperamos del fútbol. Lo segundo, es asunto aparte. El Málaga ha convertido un delito contra su entrenador en un momento oportuno para deshacerse de su técnico. Y la rueda de prensa convocada ayer en la que en un principio no iban a admitir ni preguntas, puro maquillaje. Con una solemnidad propia del momento, explicaron que apoyarán a su técnico en el ataque que ha sufrido contra su intimidad y el delito de extorsión, pero… las razones deportivas son más importantes.

Podían haberlo hecho antes, justo el sábado después de las declaraciones de Víctor en la rueda de prensa que intuimos no sentarían muy bien al jeque y que hubieran sido un claro reflejo de su ‘modus operandi’, o podían haber esperado. El Málaga está decimosexto en la tabla, con 23 puntos (cuatro victorias, 11 empates y siete derrotas) y el jeque, dueño y señor del club, está en su perfecto derecho de opinar que el rendimiento de su cuerpo técnico no es el esperado, del mismo modo que debe pensar que su planificación deportiva y económica está siendo estupenda.

Pero lo que no puede pretender el jeque es que alguien esté de acuerdo con esta medida. Al margen de los extorsionistas y delincuentes de esta película, el resto de la sociedad ha estado a la altura, la intromisión al derecho a la intimidad de Víctor es un delito y como tal han respondido los seguidores del Málaga, sus compañeros los entrenadores, el presidente de la Federación…, y es lo mismo que se esperaba de su club.