Brujería para ganar

No hay mejor lugar para empezar el año que Uganda. Tampoco hay otra manera mejor de iniciarlo que jugando a 'Soka' (fútbol) con tus amigos y amigas. Hay rinconcitos en este mundo donde se juega con pasión y por placer. Un fútbol que se práctica en campos de tierra rojiza con grandes desniveles, a 40° de temperatura, descalzos y con una pelota hecha de fibra de banana.

Mis compis de equipo pertenecen a diferentes tribus ugandesas: Lugbara, Toro, Bakiga y una de las más tradicionales la tribu Karamojong. Los Toro, están enemistados con los Karamojong (una de las tribus más temidas) pero jugando a fútbol comparten equipo y luchan en la misma dirección. Cada tribu tiene sus tradiciones y sus supersticiones. Los Karamojon atan fibra de banana a una de sus piernas para golpear mejor la pelota. Los Bakiga colocan dos piedras, en el poste izquierdo de su portería, para impedir que la pelota entre en los tres palos. Vincent, defensa central, me cuenta que en su tribu, los Lugbara, te arrancan el incisivo frontal para mediante cortes en la frente representar símbolos de fuerza. En Uganda, algunos tatuajes o escarificaciones, muestran la fortaleza interior para poder competir. Por su parte, los chamanes de las tribus apoyan a los futbolistas con amuletos y conjuros para ganar o no lesionarse. Los aficionados también ponen de su parte y pagan a un brujo para que acuda al campo y eché una maldición a los rivales. Mi amigo Tadeo, extremo izquierdo, recuerda que una vez antes de empezar un partido, vio como un brujo esparcía hierbas sobre una de las áreas. La gente comenzó a protestar y la policía lo arrestó.

Patricia Campos, con miembros de varias tribus.

Hace unos días, tuve la oportunidad de asistir a un partido de fútbol de la primera división ugandesa. No es como en España. Jugaron en el mismo campo de tierra lleno de hoyos que yo pachangueo con mis amigos pero lo acicalaron con demarcaciones hechas de carbón. Habría unos 300 espectadores rodeando el campo y sin ninguna valla que los separara de las líneas que delimitan el terreno. Muy pocos para ser primera pero, eso sí, nos ganan en ritmo y en ganas de pasárselo bien.

Algunos de estos jugadores son profesionales, pueden llegar a cobrar unos 450.000 Chelines Ugandeses al mes (110 Euros). A otros les dan una habitación donde poder vivir. Hay algo en que si van más adelantados que nosotros: llevan años apostando. Lo hacen tanto en partidos en vivo de la liga ugandesa, como en partidos de la Premier.

Al final no somos tan diferentes. Todos queremos ganar. Unos usan la brujería y otros usamos el VAR.