Diez años de una era incomparable
Para el Barça de ahora fue una desgracia que el partido ante el Alavés coincidiera con el décimo aniversario de la mejor época del equipo, cuando Pep Guardiola lo condujo a una serie de triunfos que combinaban juego y alegría. En aquel entonces se reinventaba el fútbol y éste tenía los tonos azulgranas. Ya eso no sucede.
Marcaron todos los del tridente, más Arturo Vidal. Pero faltó la música de antaño, y eso ya es tónica habitual. Resbaladizo el ánimo, el Barça se alegró cuando Lionel Messi marcó un gol de su antología. Pero enseguida, cuando Valverde le dijo a Luis Suárez que saliera del campo, esa carcajada se truncó en rabia o mala educación.
Es la estampa triste, como decía don Luis Suárez desde Milán, de un equipo que sólo celebra cuando triunfa, que no se divierte jugando, que es capaz de dejar en entredicho una goleada si se miden las circunstancias en que ésta se logró.
El juego fue tan poco inspirado, tan asomado al abismo del empate ante un rival menor, que no queda más remedio que declarar suspenso a la época actual y sobresaliente a la que hace una década puso al Barça en la mejor clave de su historia.