La evidencia de lo que es el Barça y aspira a ser el Madrid

La coreografía del Clásico rebajó al Barcelona y alzó al Madrid en el juego, una tendencia diferente a lo que fue y ya no es este partido. Los de Zidane sometieron durante mucho tiempo a su máximo rival, con una presión fabulosa, amplitud y ritmo, pero les volvió a pesar su atasco creativo en los metros finales. A los de Valverde les tocó agarrarse a las áreas, gobernada por Piqué la propia, y a Messi, al único que no pudo sujetar el conjunto blanco con regularidad. Por momentos pareció un encuentro de un jugador contra todo un equipo. El '10' escribió lo mejor del Barcelona, afiló su prolífica sociedad con Jordi Alba y amenazó al Madrid con un resultado que no mereció.  

La lección de personalidad del Madrid se empezó a labrar a partir de la alineación. Zidane repitió la fórmula de los cuatro centrocampistas y la titularidad de Isco colaboró a impulsar la movilidad, además de abrir el paso a un Mendy imponente y poco afortunado en la resolución de la acción. Benzema se distanció de Piqué y Lenglet para ver el juego de cara y Bale atacó los espacios. Con Kroos a los mandos y un Valverde imperial a la carrera y al primer toque (sólo tres pases errados), el Madrid tendió al Barcelona, pero a su estrategia ofensiva le sigue resistiéndose el gol por falta de ingenio. Logró superioridades por fuera para después abusar equivocadamente de envíos laterales —28 centros al área de jugada— que siempre despejó Piqué. Nunca le faltó intención y cohesión en la presión, bien trabajada sobre la pizarra por Zidane, de la que el Barcelona sólo escapó con algún envío inicial directo de Ter Stegen a Suárez y aciertos ocasionales de Sergi Roberto, De Jong y, como siempre, Messi. Valverde pareció que quiso ganar con el centro del campo como simple zona de paso y ahí perdió las riendas de un partido que siempre manejó el equipo blanco. El Clásico se dibuja ahora de otra forma, reflejo de lo que se ha convertido el Barcelona y de lo que pretende ser el Madrid.

La disposición perfecta

El posicionamiento tan alto del Madrid bloqueó la salida azulgrana. Desde el saque de puerta las vigilancias funcionaron, cada uno con su par y arriesgando en la confrontación de lateral contra lateral. Casemiro no acompañó para operar en las coberturas ante Suárez y Messi.