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Claro que se puede jugar bien en Segunda

A falta de la visita a El Alcoraz, donde el domingo se disputará el derbi aragonés más apasionante de la historia, el Zaragoza ya ha mejorado su puntuación en una primera vuelta en estas siete temporadas en Segunda. Y eso que sus desdichas han sido constantes, en forma de todo tipo de contratiempos, y que su fútbol ha merecido bastantes más puntos de los 33 actuales. Sin ir más lejos, los cinco que se quedaron en el camino en los partidos frente al Albacete y el Girona. Después de un comienzo muy notable, a Víctor Fernández se le cayó el equipo como un castillo de naipes, pero el técnico, demostrando una vez más su experiencia, su ideario y sus recursos, acometió una reconstrucción acelerada que ha devuelto al Zaragoza a la pelea por el premio gordo.

Quedan por delante cinco larguísimos meses de competición, pero no hay quién cuestione ya la candidatura del Zaragoza. El equipo, pese a las ausencias de cuatro titulares, ha crecido en torno a una idea atrevida y brillante y su fútbol está al alcance de muy pocos en la categoría, comprometiendo ese sonsonete de que sólo se puede ascender a Primera con solvencia y seguridad defensiva. Claro que es fundamental encajar pocos goles, pero los Zaragozas de Víctor siempre han sido equipos marcados por su carácter ofensivo. Y éste no es una excepción. Toda esa falacia de que no se pude jugar bien en Segunda División ha vuelto a quedarse desnuda y a la intemperie.