Empate a huecos y a suspiros
Odegaard es un jugador extraordinario. Y Piqué también. De resto, huecos y suspiros. Hubo gritos (de calidad, de protesta), y ahí también se produjeron empates. El árbitro tuvo su protagonismo en este partido agónico, en el que la Real Sociedad le dio al Barcelona una lección de velocidad. Hubo destellos del equipo azulgrana, que bastaron para lograr, al fin, la igualdad, pero el entusiasmo, esos suspiros de calidad del noruego donostiarra, estuvo de la parte de la casa. Leo Messi no fue suficiente para arreglar el primer descosido, y hasta Ter Stegen, el mejor portero del mundo según se dice, le dejó a Isak, la oportunidad del empate definitivo. Cuando acabó el partido, Fernando Aramburu, el novelista de Patria, me envió un mensaje risueño. Tiene razón para la alegría: el equipo de su patria fue mejor. El Barcelona fue un hueco en el campo.