El beso de Gayà a Celades

Alberto Iranzo, durante las celebraciones del Valencia en Ámsterdam, captó un beso en la mejilla de Gayà a Celades. Esas foto dice mucho. Ese gesto lo resume todo. Celades llegó a Valencia en una incómoda y nada común coyuntura. Él no tenía culpa de nada pero su trabajo estaba bajo lupa. Entró al vestuario sin hacerse el gracioso ni tampoco fue de duro. Nunca tuvo celos del amor confeso de sus futbolistas hacia Marcelino. Respetó que se pusiera en duda su valía por su escueto currículum. Ni tan siquiera tuvo una mala respuesta a preguntas que rozaban lo ofensivo. Él solo se ha ocupado y preocupado de entrenar y ganarse la confianza de sus futbolistas. Ahí tuvo la suerte de encontrarse lo que tiene. Ahí tuvo el don de saber hacerlo.

Celades tomó decisiones justas (como mandar a Guedes al banquillo); se posicionó del lado del equipo cuando el presidente metió mano en asuntos médicos y no ha usado ni una vez la plaga de lesiones como excusa. Su Valencia encaja muchos goles, sí, y ha hecho partidos buenos y también malos. Pero ha ganado en estadios donde nunca lo hizo y compite la mayoría de veces. Su fuerza está en el vestuario, que es una familia, y los futbolistas sienten a Celades parte de ella. Ese beso de Gayà.