Celades, en el Johan Cruyff Arena

El 2-2 del Valencia-Chelsea fue todo un espectáculo pero nos dejó fastidiados. El Valencia hizo todo lo preciso para ganarlo, jugó con excelencia y entrega máximas (esa imagen de Gayà desplomado con el pitido final, retirado en brazos de las asistencias por puro agotamiento...), pero se quedó a un centímetro de la victoria. Eso le obliga a hacer esta noche ante el Ajax lo mismo que haga el Chelsea en Stamford Bridge ante el Lille, ya eliminado. O sea, ganar. Hay que ganar en Ámsterdam a este Ajax un tanto desmantelado con respecto a lo que fue el curso anterior, pero todavía un equipo fuerte, con historial y orgullo de grande.

Está bien el Valencia. Celades, ese muchacho de aire calmo por el que no parece pasar el tiempo, llegó allí en condiciones difíciles, tras el despido intempestivo de Marcelino, al que querían la afición, la prensa y los jugadores. Llegó como un suplantador, elegido por una dirección impopular, que lo fue más a partir de esa decisión. Incluso los jugadores le hicieron algún desplante. Él los encajó en silencio, fiándolo todo a su trabajo, sus buenas maneras y la confianza en que la vida te devuelve lo que pones en ella. Las dudas no duraron mucho. Los jugadores entendieron que lo propio, pasado el berrinche, era colaborar. Y colaboran.

El Valencia ha hecho partidos que mueven a la confianza, el último la remontada de un 2-0 a un 2-4 en Orriols. El Ajax viene de perder 1-2 con el Willem II. El ánimo está de parte del Valencia hasta tal punto que Peter Lim vuela para asistir al partido, cosa que hace poquísimas veces. Celades, que ha hecho un equipo de geometría variable capaz de pasar en un mismo partido del 4-4-2 al 4-3-3 o viceversa, siempre para mejorar, pasa esta noche una prueba bravísima en el Johan Cruyff Arena, todo un templo. La empresa es difícil, pero se dan las condiciones para esperar que el Valencia culmine hoy lo que dejó a medias ante el Chelsea. Suerte.