La magia de Vinicius
No está verde. En absoluto. Vinicius es un futbolista diferencial, genialoide, atrevido, osado, descarado y sin complejos. De los 64.125 aficionados que poblaron las gradas del Bernabéu, calculo que 8.000 o 9.000 eran niños. Iban cogidos de la mano de sus padres. Pues les aseguro que todos ellos regresaron felices a casa comentando a sus progenitores cómo disfrutaron con las jugadas del brasileño. Vinicius hizo un partido de videoteca, un cursillo de cómo se debe encarar en el uno contra uno, cómo romper líneas por velocidad y desmarque, cómo dejar sentado a los rivales camino de la portería enemiga. En carrera y con la pelota en los pies no hay quien lo pare. Y lo de la definición empieza a ser una leyenda urbana. Ante el Espanyol tuvo tres y forzó a Diego López a hacer tres paradas estupendas, sobre todo la tercera. El gol, como todo en la vida, se puede mejorar trabajando la finalización en los entrenamientos. Pero la magia se tiene o no se tiene. Harry Potter no está clonado. Eso se lleva en la genética. Vini transmite ilusión a la grada. Cada vez que coge la pelota hay un runrún, un rugido contenido que navega entre la expectativa, la admiración y la ilusión de que algo gordo puede pasar. Eso, en fútbol, se llama magia. La matinal ante el Espanyol mereció la pena sólo por ver sus ocurrencias, que empiezan a tener denominación de origen. Vini, te queremos.
'French Connection. No me meteré en una materia en la que tenemos a un especialista como es mi amigo y compañero Frédéric Hermel, pero está claro que la complicidad entre Benzema y Varane sirvió para desatascar una mañana que se habría complicado si hubiese seguido la ceguera ante el gol. Diego López había sellado su arco y el personal se empezaba a impacientar. Pero bastó que Benzema abriese su mirilla telescópica y descubriera a su compatriota dentro del área y desmarcado. Varane definió con la zurda como si fuese un nueve puro. Tercer gol seguido de un defensa del Madrid tras los de Ramos y Carvajal en Vitoria. No le recordaba a Varane un gol en casa desde aquel al Rayo Vallecano, precioso, en sus inicios en el Bernabéu. ¡Vamos Rafa!
El Pajarito. Lo de Valverde empieza a ser brutal. El uruguayo crece y crece como si fuera un adolescente. Ante los pericos se sacó de la chistera una combinación con Benzema que concluyó en perfecta asistencia para que Karim apuntase su 11º gol de LaLiga, en su mejor curso desde que está con nosotros. Lo de Fede ha desterrado el debate de Pogba. Ahora mismo es intocable. Ante el Espanyol reeditó la canción de María Jesús y su Acordeón: "Pajaritos por aquí, pajaritos por allá...". Está en todas partes este chico. No concibo un once sin su presencia.
Ánimo, pericos. Me duele ver al Espanyol tan abajo en la tabla. En Europa se sale, pero en Liga va cuesta abajo y sin frenos. Machín no da con la tecla y nuestro compañero del Carrusel y de AS, Carlos Marañón, ya nos contó su escepticismo con el técnico. Les vi faltos de garra y de ambición. Ese no es el Espanyol que yo conocí de pequeño, con su padre Rafa Marañón al frente. ¡Ánimo!
Eufóricos. Los madridistas viven momentos de felicidad, justo ahora que llegan las batallas de Mestalla y del Camp Nou. Me trasladan su optimismo para lo que se avecina las peñas ‘El Botijo’ de Ocaña, Villafranca de los Barros, Calatayud Merengue y Santiago Bernabéu de Malagón. Esto va bien, amigos.