Un trocito extirpado de Liverpool
Ese gol de Messi, que se señaló el escudo de la senyera que, como dice el eslogan, lleva tan adentro el Barça, también es extirpar un trocito de aquella noche negra en el Liverpool. El desastre de Anfield quedará para siempre en la historia del club, pero para el Barça era necesario volver a ganar en un campo grande. Recuperar el orgullo perdido. Aquella noche del 4-0 se perdieron muchas cosas, pero sobre todo se le dio la espalda al escudo como se le dio la espalda al córner de Alexander-Arnold. Era necesario para el Barça demostrarse que todavía estaba ahí.
Bueno, pues el Barça estaba ahí. Y, sobre todo, estaba Messi. La noche estaba oscura y el partido caminaba hacia el 0-0. El único que podía cambiar ese curso, hacer la luz, era el argentino. Messi ya había conducido tres contragolpes y había dividido el balón. Esta vez vio a Griezmann pero improvisó sobre la marcha. Se inventó una jugada de fútbol-sala con Suárez, que hizo de pivote (otro toque sutil para los que dicen que no sabe jugar a esto). Messi localizó el rincón que muchas veces le ha negado Oblak. Lo celebró de manera especial. Porque era casi el final del partido. Porque era un gol ante un rival enorme. Porque ese gol extirpaba un trocito del dolor de la noche de Anfield. Y porque ese gol le eleva, una vez más, como el mejor. Por eso este lunes le dan otro Balón de Oro. Porque es el rey del fútbol.