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LÍDERES. Así se irá esta noche el Madrid a dormir. En lo más alto de la tabla, sin fisuras, con tres puntos de oro sumados bajo la lluvia fría y torrencial de Vitoria. Un triunfo de mucho mérito ante un Alavés corajudo que no te regala ni los buenos días (y eso que el partido se jugó a la una). En los dos últimos cursos los blancos se diluían en este tipo de encuentros norteños, donde las incomodidades superaban una actitud que moría entre pinchazos que tiraban las Ligas en torno a febrero. Esta vez el discurso ha cambiado. Zidane priorizó en verano el gran objetivo: LaLiga 34. Un mensaje inteligente. Si luchas por el título tienes a todos enchufados hasta mayo, la mejor manera de aterrizar en forma si también sigues vivo en la Champions. Las dos victorias de Ipurua y Mendizorroza dicen mucho de la rehabilitación moral y futbolística del equipo. Ante Eibar y Alavés jugaron con la ilusión de unos principiantes. No especularon ni regatearon esfuerzos. Hasta artistas del balón como Isco han dejado claro que "aquí estoy yo". La gestión de Recursos Humanos de Zidane sigue viento en popa y a toda vela. Además del genio malagueño, ha recuperado para la causa a Marcelo, a Militao (partido serio del brasileño) y Areola (el francés salvó dos puntos con una buena parada a Manu García). Zizou quiere a todos comprometidos. Sólo me decepcionó Bale, que no dejó ni una fotografía para guardar en el book en los 66 minutos que estuvo sobre el impecable césped de Mendizorroza. El galés volvió por fin a la titularidad, pero eso no altera su habitual apatía gestual y futbolística...

Defensa al ataque. Merece ser valorado el dato con detenimiento. Si el Madrid gana con dos goles que llevan la firma de dos defensas (Ramos y Carvajal) significa que todo el equipo está enchufadísimo. Aquí todos atacan y todos defienden. Sergio puso su poderosa cabeza al servicio de la causa abriendo la lata tras una golosina a balón parado de Kroos. Y Dani, corazón de león y siempre partiéndose el pecho por este escudo, metió un gol de nueve puro para dar la victoria al equipo tras un rechace del palo. Isco fue coautor con otro cabezazo de ariete que desvió de forma milagrosa Pacheco. Esos goles colectivizados y materializados por dos guerreros de la zaga reflejan el compromiso del equipo, que no bajó la guardia en un partido eterno de 101 minutos (3’ de descuento en el primer tiempo y 8’ en el segundo). Este Madrid lucha hasta el último suspiro. Recuerden que la temporada pasada perdió aquí en el minuto 94 en este mismo escenario. Algo ha cambiado...

Aleix Vidal. Estuvo en todas las polémicas de la mañana, jugando con fuego por sus continuos fingimientos. Cierto que en el penalti que pidió al principio hay contacto con Ramos, pero no el suficiente como para señalar el máximo castigo. A partir de ahí se dedicó a teatralizar sus caídas. Y las coronó con un corte de mangas a su propia afición. Inexplicable.

Momento feliz. La vida ha cambiado para los madridistas, que vuelven a sonreír tras 18 meses de frustraciones y decepciones. En Vitoria disfruté viendo en el primer plano de televisión a mis amigos Javier Benito y Álex, de la peña ‘We are the Champions’ de Torrejón de Ardoz, que celebraron el gol de Ramos desde las mojadas gradas de Mendi con la ilusión de dos críos. Y no me olvido de Paco Cazorla, de Daganzo de Arriba, que está malito pero que pronto volverá a disfrutar del fútbol y de la vida. ¡Ánimo!