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MARC BERNAD

Un monstruo ha venido a verme

El Espanyol mantiene su idilio con Europa y se asegura el primer puesto del grupo. Los pericos se sobreponen al muro verde. El punto sabe a gloria.

Líderes. El Espanyol sigue su idilio con Europa. Ya son 26 los partidos sin perder (19 victorias y seis empates) y continúa demostrando que en esta competición tiene duende. Se vio obligado a remar contra corriente ante el Ferencvaros y aliarse con la fortuna y la épica para sumar un punto que le vale para asegurarse el primer puesto del grupo. Le sobra, incluso, el partido contra el CSKA Moscú. Fue un duelo completo, en el que seis canteranos pericos fueron titulares, debutó Moha y el colegiado castigó a Calero (vuelve al centro de la diana) con un penalti riguroso. El show debe continuar.

‘Agua bendita’. El Danubio parece que le sentó bien a algunos jugadores. Pipa se reivindicó, su acción en el 1-1 fue digna de videoteca y también asistió a Darder, Pol Lozano sigue dando muestras de que el banquillo se le queda pequeño, Iturraspe cumplió bien, Melendo (aunque desesperó por momentos a Machín) vio portería y Granero revivió. El capitán perico no se ejercitó el pasado miércoles por “malestar”, pero esa jornada de descanso le sirvió para recuperarse y ser titular. Ah, y por fin está de vuelta Calleri.

Bienvenida. El Ferencvaros cuidó todos los detalles para que el Espanyol se sintiera como en casa e incluso se preocupó por la integridad de sus aficionados porque en varias ocasiones se comentó por la megafonía del estadio que “cuidado con las escaleras. Están resbaladizas”. Lo cierto es que el Groupama Arena es un estadio tan coqueto como bien pensado. Todo al alcance, con la capacidad justa para que siempre presente una gran entrada y un fondo unido. Un muro, los ‘monstruos verdes’, que no paró de cantar y llevar en volandas a su equipo. ¿No se le habría podido ocurrir antes al Espanyol? El tifo inicial en el que se podía leer “Budapest”, estuvo seguido del cántico del himno nacional húngaro. Respeto absoluto.

Momentos. Pablo Machín fue el primero en salir a inspeccionar el rápido, blando y un tanto maltrecho césped del Groupama Arena. Se llevó una gran ovación y cánticos por parte de los cerca de 400 hinchas pericos, a lo que él, comedido, respondió con un “después, después”. Ya sabía qué le iba a deparar al Espanyol en Budapest. Nervios, sustos (Corchia y Melendo recibieron faltas muy duras) e igualada en el descuento. El técnico, ilusionado, sonreía al ver cómo la hinchada perica respondía a la llamada europea. ¿Y el domingo? La batalla será ante Osasuna y en esa sí que no se puede dejar todo para el final. Él pondría dinero sobre la mesa.

Budapest. Es una ciudad acogedora, helada y en la que se respira fútbol. Puskas, Czibor y Florian Albert están presentes a cada paso, pero lo más imponente, para los amantes del fútbol, es un mural gigante que se puede visitar en un parking cercano al barrio judío. En él se revive el encuentro del 25 de noviembre de 1953, cuando Hungría (campeona olímpica) venció a Inglaterra (3-6) en Wembley.

Rompecabezas. El domingo viene una nueva final para Machín y su Espanyol. Y dado que el equipo llegará de Hungría, tocará resolver el cubo de Rubik para empezar a ganar en casa. Toca pasar página a la Europa y centrarse en la Liga. Pedrosa, Bernardo y Víctor Gómez no tuvieron minutos en Budapest y, más los que no viajaron como Roca, Wu Lei, David López y Víctor Sánchez, apuntan al Osasuna con la frescura necesaria para que no haya excusas. El punto en Budapest sabe a gloria y que la buena ola se mantenga.