Al Johan Cruyff, con el espíritu del Benito Villamarín

Hacía siete años que el Valencia no tenía tan cerca la clasificación para los octavos de la Champions League. Se le escapó entre los dedos tras errar ocasiones clamorosas: dos claras de Maxi Gómez; el penalti de Parejo; la de Rodrigo, en el 95’, a puerta vacía. La cara del internacional español lo decía todo al marcharse a los vestuarios. Cierto es que los dos goles del Valencia llegaron con algo de suerte. Pero la sensación es que se escapó una oportunidad histórica de volver a estar entre los 16 mejores equipos de Europa. Lo bueno es que no está todo perdido. La bala que le queda al Valencia es ir a ganar al Johan Cruyff Arena, palabras mayores. Pero clasificarse para la Champions es esto. Tampoco era favorito el Valencia en el Benito Villamarín, hace seis meses. Con ese espíritu hay que ir a Amsterdam.

Poco se le puede reprochar a un equipo que, literal (véase Gayà) se fue a los vestuarios con los pies por delante. Extenuados y con la miel en los labios. Tras cuajar un partido notable con muchos lesionados y varios tocados en el equipo titular. Una pena. Pero también una forma de crecer en Europa. Ahora toca esperar el parte de guerra y empezar a preparar el derbi del sábado. Porque a tampoco espera a nadie.