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La exigencia del Real Zaragoza

Ningún equipo de Segunda ha sufrido tantos contratiempos y tantos percances físicos como el Real Zaragoza en estos tres meses largos de competición. Y habría que remontarse quizá a la temporada 1988-89, cuando se lesionaron consecutivamente Sirakov, Pardeza e Higuera, para encontrar un escenario que se acercara algo a tanta desdicha. Pero el Zaragoza —y ahí tiene que ver muchísimo su entrenador— ha logrado reconstruirse y superar una crisis de juego y de resultados que amenazaba con despeñarlo en la tabla, como había sucedido en campañas anteriores, y se mantiene en las posiciones de privilegio a cuatro jornadas del final de la primera vuelta.

Da la impresión de que lo peor ya ha pasado y que conforme vayan regresando los lesionados el Zaragoza volverá a ser un aspirante a todo, siempre, claro, que se apuntale convenientemente la plantilla en enero. A la espera del ariete Poveda, si es que al final el Atlético de Madrid lo deja salir, el Zaragoza necesita un centrocampista diferencial y no queda otra que hacerle hueco salarial dando salida a aquellos como Pombo, Papu o Kagawa que han tenido más oportunidades que El Platanito y no responden a la exigencia del Real Zaragoza.