¡Chúpate esa mandarina!

Los goles no hablan. Rugen. Son un tronar de felicidad sin acento definido. El del Leganés al Barça, por ejemplo, empezó a sonar en francés con dejes marroquíes apenas En Nesyri la acarició con dulce violencia. Pero al rasgar la escuadra de Ter Stegen, restalló en otra cosa. Ardió en mexicano puro. “¡Chúpate esa mandarina!” gritó el 1-0 de Butarque. Y ahí sí, este gol habló. Le robó la voz al Vasco Aguirre para hacerlo suyo. Le pertenece. Es verdad que el nuevo entrenador del Leganés no la golpeó, pero de su propiedad es la obsesión por repescar a mentes ofuscadas entre los suyos. La de En Nesyri era una de ellas.

Sufrió un verano agitado con amago de salida y comenzó negado frente a la portería rival. Hace dos jornadas rompió la maldición. Ya llevaba un gol cuando su nuevo entrenador cogió el equipo. En Donosti mojó de nuevo, pero como contra el Eibar, no lo festejó. Contó en el vestuario que no quería hacerlo hasta que el equipo se salvara. Retornó esta semana de jugar con Marruecos y Aguirre lo puso en su mirilla. Lo agarró, le habló y lo convenció. Tras su golazo, esta vez sí, hubo festejo. Como sudor desatado en un derroche de esfuerzos que acabó con Butarque aplaudiendo hasta el infinito. Dio igual el resultado. Ha vuelto la fe. Parecía imposible. Y ésta también habla con la voz de Aguirre. ¡Chúpate esa mandarina!