La indicación que hizo Pato, técnico del Aspil Ribera Navarra, a sus jugadores para que su equipo se dejara anotar un gol no fue algo que sucedió de forma espontánea. Viene de atrás, de una estructura y unos valores que el club de Tudela viene forjando desde hace años. En el momento en el que Tripodi anota el tanto con Miquel Freixas, portero rival, en el suelo, el pabellón no celebró un gol como si de ello se tratase. El propio Tripodi, sin maldad alguna porque su mirada estaba puesta en el balón, tampoco era consciente de lo que había ocurrido. Lo bueno es que la situación se podía resolver de forma sencilla, como así fue, aunque a veces parezca impensable que en la élite haya algo más importante que ganar.

Cuando un jugador ficha por el Ribera sabe que forma parte de algo más que un equipo de fútbol sala. También tiene una labor técnica y educativa en las categorías inferiores. Con todos los niños presentes en la grada en todos los partidos, que cada catorce días dan colorido en una ciudad que tiene a este club como uno de sus grandes reclamos, ¿cómo no iban a dar ejemplo? Había un playoff por el título de Liga en juego y, aunque ganaron 6-2, ese día la victoria fue más allá y tenía un valor mucho mayor que los tres puntos. El juego limpio en su máximo esplendor.