Cuando hay que hablar sin decirlo todo
No me extrañaría que cualquier día de estos Zidane soltara algo así como "es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde" o incluso aquello de "España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles". De un tiempo a esta parte, las ruedas de prensa se le atragantan al técnico francés, a quien las preguntas de los periodistas no le dejan salir tan airoso como cuando debía hacerlo con un balón en los pies. Son un lío, Zizou no está cómodo, me da que le toca explicar algo que no tiene explicación. Ayer, el trabalenguas viraba del "no están lesionados" al "no están disponibles", matización referida a Bale y James. Ambos se cayeron de la lista para el partido en Ipurua pero viajarán con sus selecciones.
El culebrón podría resumirse así: "No han entrenado como para estar listos hoy ante el Eibar pero, con cinco días aún por delante, quizá sí lleguen a tiempo para los partidos con Gales y Colombia". El problema es que en el caso de Gareth llueve sobre mojado y tanta espantá del Bernabéu con los partidos de su Madrid aún en juego, tantas bajas sin parte médico y flirteos con el golf, no ayudan. "Me explico mal, pero al final es esto", llegó a soltar Zidane ayer cuando veía que la bola de nieve crecía y crecía con riesgo de rodar M-40 abajo. "No puedo decir aquí lo que está pasando con Bale", confesaba hace días antes de recibir al Leganés. Explicar lo inexplicable. Lo intenta, pero no puede. Ni Rajoy podría.