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Una bebida melancólica, triste y amarga

El mate era, antes que el whisky, la bebida de Juan Carlos Onetti, el autor uruguayo de Junto a cadáveres. Pasó a la historia como un gran bebedor, pero en realidad sólo bebía vino aguado. No se levantaba nunca de su cama, porque tenía miedo, decía, de que su perra le mordiera las canillas. En su cuarto tenía un póster viejo en el que un portero aburrido leía uno de sus libros, mientras se desarrollaba el juego. Era melancólico, como el mate. Esta bebida triste y amarga era la que, ayer noche, bebía en un palco del Camp Nou el más melancólico de los lesionados azulgrana, Luis Suárez, uruguayo como Onetti. No estaba en el campo pero puede decirse que esa es la bebida que consumió todo el equipo, desde que empezó el encuentro hasta el último suspiro. 

Otro melancólico ilustre, Messi, debió sentir esas mismas vibraciones del mate y, aunque intentó convertir al equipo triste en un conjunto burbujeante, el Barça fue incapaz de darse ni la alegría de un gol. Esta bebida es noble, pero sus dosis están perjudicando las piernas de la pasión azulgrana. Hubo un gol fantasma. Todo fue fantasma.