Hamilton y el chollo de Mercedes
Sexto título mundial para Lewis Hamilton, merecidísimo y que le afianza en el olimpo de los más grandes de la Fórmula 1. Y como en otros casos, sobre todo en la era moderna de este deporte, el suyo es un éxito cimentado sobre la hegemonía de un coche superior. Les ocurrió a Schumacher en su etapa de Ferrari y a Vettel en Red Bull. Pilotos con un talento descomunal, de eso no hay duda, pero que también se han beneficiado de una mecánica dominante que les ha permitido consolidar sus opciones hasta límites que, de otro modo, quizá hubiera sido más complicado. El caso de Mercedes es clamoroso como pocos, desde la implantación de los motores híbridos en 2014 ningún piloto ha sido campeón sin uno de sus coches, ni tampoco otro constructor.
Seis temporadas arrolladoras, incluyendo la de 2016 con la coronación de Nico Rosberg, que dicen mucho sobre la aportación del monoplaza a los triunfos de Hamilton. No quiero restar con esto, insisto, ni un ápice del reconocimiento a la extraordinaria capacidad del británico, tan sólo resaltar la importancia de estar en el sitio justo en el momento preciso. Y lo hago justo hoy porque no puedo dejar de pensar que Alonso se vaya a quedar con su par de títulos, oro puro pero que saben a poco viendo de lo que ha sido capaz un rival al que no creo que tenga mucho que envidiar. El asturiano llegó cuando no tocaba a Ferrari y le ocurrió lo mismo en su retorno a McLaren. Nada que ver con el enorme acierto del hoy ya hexacampeón con su fichaje por Mercedes.