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El ejemplo de Cesc entre los Sub-17

Desde que Cesc Fàbregas dejó el Barcelona con 16 años para jugar en el Arsenal se abrió un orificio que ya es un túnel en el fútbol base español. La Masía, precisamente de donde emigró él, ha sido de las escuelas más afectadas por el éxodo de talento precoz, talento casi virgen, aunque no siempre con el éxito como destino como ocurrió ensu día con el de Arenys de Mar. Jugadores como Fran Mérida, Iago Falque o más recientemente Adama Traoré y Mboula no han alcanzado las cotas que de ellos se presuponía en el exterior.

En la Sub-17 que ahora brilla en el Mundial también hay muestras de esta tendencia. Dos de sus mejores jugadores ante Tayikistán, Robert Navarro y Pablo Moreno, decidieron hacer las malestas y dejar Can Barça cuando apenas eran unos adolescentes. El centrocampista se marchó al Mónaco entre un gran revuelo, aunque poco después ha recalado en la Real Sociedad; el delantero optó por la Juventus para seguir su formación. Algo está sucediendo en el fútbol base culé para que sus talentos más incipientes no vean opciones de alcanzar el primer equipo y decidan marcharse fuera.

Los cantos de sirena de sus agentes no ayudan, pero tampoco la realidad palpable de que cada día hay menos canteranos en el Camp Nou. Aleña o Riqui Puig están pagando ahora ese peaje; veremos próximamente Ansu Fati. Así, ocurre que la Sub-17 se vacía de jugadores del Barça en las convocatorias. Anoche sólo fueron titulares José Martínez e Ilaix. Apenas dos. Poco que ver con aquella generación de los Montoya, Planas, Bartra, Oriol Romeu, Thiago y Rochina. Hoy todos están fuera del Barça. Por algo será.