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A determinados jóvenes futbolistas se les observa algo diferente en cuanto tocan la pelota. El brasileño Rodrygo es uno de ellos. Es demasiado pronto para atreverse a hacer vaticinios sobre hasta dónde puede volar su carrera pero lo que apunta es muy bueno. Lo primero que podemos ponderar es la madurez en el juego que tiene a la hora de tomar decisiones e interpretar lo que piden las jugadas para la edad que tiene.

También destaco lo ligero que se mueve sobre el campo, tiene un gran dinamismo sobre toda la zona de ataque y da la impresión de recorrer metros sin demasiado esfuerzo. La técnica individual es otra de las virtudes que aglutina el brasileño, muy fino en controles con complejidad, para cambiar de dirección cuando conduce el balón con velocidad y para asociarse en espacio reducido. En fútbol formativo también siempre hizo goles, a ver si consigue trasladarlo al fútbol de élite.