La eternidad del Bernabéu
La eternidad comenzó pronto. Primer balón. Primer agobio. Sólo habían pasado cinco minutos y aquello ya se intuía un infinito de dolor. El infierno, pero vistiendo de verde. Para el Leganés el partido arrancó en 2019 y terminó en 2054. No se acababa nunca la pesadilla de un Bernabéu al que los pepineros salieron trastabillados.
Trató Cembranos de elevar su revolución al infinitivo y la sublevación de la pizarra se le enredó a los suyos en las piernas. También en la cabeza y, puestos a metastatizar el desastre, en el corazón. Faltó garra, ímpetu y fuerza. Sobró impotencia como sobró el VAR mandando repetir el penalti que paró Soriano en el único amago de alegría visitante. Al menos hubo 180 locos cantando desde el cuarto anfiteatro. Quedan ellos y la final ante el Eibar. Queda fe, mucha Liga y el pánico a que se haga eterna. Como la tortura del Bernabéu.