Emite sensaciones renovadas este equipo. El triunfo ante el Deportivo en Riazor ha aumentado la confianza del vestuario y ha invertido la dinámica. Estas dos victorias en una semana suponen mucho más que seis puntos. El Málaga vuelve a sentirse capaz de mirar a los ojos a sus rivales y el yugo de la zona de descenso aprieta mucho menos. La afición se fue por fin a casa con una sonrisa en la cara y el calendario ofrece ahora una tregua que los blanquiazules deben aprovechar para estabilizar su crecimiento y espantar fantasmas.