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El Barça, colgado del reloj de Praga

Por un momento pareció que el Barça seguiría pagando fiestas por Europa. Evaporado después de un comienzo decente en el que la puesta de escena del equipo, y especialmente de Messi, intimidó a un rival aparentemente manejable, el Barça fue cogiendo el tono de sus ya famosas noches tristes en Europa. Le perdió el hilo al partido y el Slavia, protegido por su entregada afición, se lo creyó y no paró hasta que empató. Y si no lo hizo antes fue por Ter Stegen, otra vez angelical, especialmente en una parada a contrapié todo talento e intuición.

La cara de Messi, aparcado en la banda cuando Boril empató el partido, transportó a tiempos tan cercanos como fatales para el Barça, que esta vez tuvo un golpe de suerte con el 1-2. No le contó a Suárez pero el uruguayo, fallón eso sí con la espada para matar el partido, siempre está ahí. El Barça contuvo al Slavia, pero dejó la sensación de que sus noches de gobierno por los campos de Europa pasaron a mejor vida. Ahora pierde. Y si no, sufre. Si quiere meterse en grandes aventuras en esta Champions, deberá endurecerse y prepararse para más noches así. En Praga acabó colgado del reloj astronómico que veía desde su hotel de lujo de la capital checa, y con Messi quitándose el brazalete después de otro cabalgada a ningún sitio de Dembélé, ese extraño elemento.