Jon Rahm tiene una misión
Jon Rahm vino el año pasado al Open de España con “un sueño”. Y lo cumplió. Quería ganar el torneo de casa en el Centro Nacional de Golf, el mismo campo donde se había formado como jugador con una beca de la Federación seis años antes, cuando tenía 17. Rahm quiso ser agradecido con aquellos tiempos de aprendizaje y regresó al mismo escenario, ya consolidado en el top-5 mundial. Sólo cuatro días antes había acabado cuarto en Augusta, pero antepuso su compromiso con el golf español al descanso. El de Barrika se coronó campeón ante una marea de público que siguió sus evoluciones: 47.218 espectadores en el acumulado de las cuatro jornadas. “Me aplauden hasta cuando tiro una bola al agua. Es un poco raro”, bromeó entonces.
La pasada semana repitió participación, experiencia y victoria en el Open de España, reubicado en otra sede, el Club de Campo, y en otras fechas, de primavera a otoño. El vasco volvió a disfrutar de la cercanía de los aficionados, que en este caso sumaron 32.219. “Sólo aquí y en la Ryder he sentido tanto el calor de público”. Palabra de Rahmbo.
En tres años de profesional, Rahm se ha asentado como uno de los mejores del mundo, actualmente en el número cuatro de ranking. Sólo le falta un major para refrendarlo, pero si continúa por el mismo camino, no tardará en llegar. El vizcaíno ya suma nueve títulos, tres de ellos en la presente temporada, en la que ha mostrado una impresionante regularidad, con 16 puestos en el top-10 en sus 23 torneos disputados. Es una estrella creciente del deporte internacional, con una proyección estelar.
Pero Jon Rahm también sabe que tiene una misión, que no rehúye y que asume con placer: la promoción del golf en España. “Si no fuera por Seve, yo no estaría jugando. Así que ahora siento que se lo debo a otra gente”, dijo el domingo tras su doblete en Madrid. El público se lo agradece.