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Valverde hace méritos en este Madrid mutante

La irregular trayectoria del Real Madrid, que venía de decepcionar contra el débil Brujas después de tres partidos consistentes en la Liga, alcanzó un notable pico frente al Granada. Se impuso en la primera parte por juego, goles y vitalidad. Borró del mapa a un rival que llegaba con fama de equipo firme, de carácter. Segundo en la clasificación, el Granada permanecía invicto, después de dar cuenta, entre otros, al Barça. Le quedaba pasar el examen del Bernabéu, campo disuasorio por naturaleza. El Granada fue irreconocible en la primera parte. Le arrolló el Madrid.
Se complicó la vida en el segundo tiempo, en su afán de mantener en vilo a una hinchada que no se da el gustazo de ver un partido con tranquilidad. No se lo permite este Madrid mutante, empeñado en abrir rendijas a sus rivales. En una tarde que reivindicó a Valverde y ofreció detalles estelares de Bale, Benzema y Modric, el Real Madrid se enredó con un error colosal de Areola. Algo pasa con los porteros. Courtois está bajo sospecha de los aficionados y el crédito de Areola salió lastimado en una jugada que afectó al rendimiento de los dos equipos. Creció el Granada y se apuró el Madrid.

Antes de ese momento relevante, el despliegue del Madrid convenció a todo el mundo. Jugó con velocidad, precisión y buen gusto. Odriozola disfrutó como pocas veces lo ha hecho en el Bernabéu. Es un jugador que se siente mucho mejor cuando el equipo juega rápido y profundo. Carvajal no sufrió en la banda izquierda, donde se esperaba un buen duelo con Antonio Puertas, un futbolista que despunta.
Valverde jugó como nunca. Desde su llegada al Madrid ha parecido un jugador para entrenadores, más que para espectadores. Esta vez convenció a la afición. Interior de largo aliento, con una zancada armónica y poderosa, un poco a la manera de Steven Gerrard, Valverde estuvo en todo, en algunas de las mejores acciones defensivas del partido –un par de ellas desembocaron en goles– y en la insistencia de asomarse al área del Granada. Queda por ver si su actuación en este partido le cambia la vida como jugador del Real Madrid. Al menos ha mostrado un techo más alto de lo que los aficionados esperaban.

Hacía tiempo que el Madrid no superaba líneas rivales con tanta facilidad. La lesión de Kroos no tuvo trascendencia. Ingresó Modric y recordó la clase de centrocampista que es. Probablemente se sintió beneficiado por el dinamismo del equipo. Clavó un derechazo majestuoso en el tercer gol. Se prodiga menos de lo que debería en una faceta donde ha manifestado su magisterio más de una vez, desde su famoso remate en Old Trafford hasta el del sábado.
Todos los jugadores se impusieron a sus rivales. Cada uno de ellos dominó su territorio, unos con más brillantez que otros. Bale agobió a Neva en el primer tiempo. Benzema confirmó su autoridad nuevamente –juega con la confianza y la facilidad de un líder– y Hazard dio un paso adelante en su proceso de integración. Todavía está lejos de la versión que se esperaba, pero su gol fue una pequeña maravilla. Por ahora, es un futbolista de momentos. En realidad, simboliza al Real Madrid de esta temporada. A su lamentable partido con el Brujas le siguió una potente demostración contra el Granada, sólo rebajada por su empeño en complicarse la existencia.