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La fe del Granada casi tiene su premio

El Granada se fue del Bernabéu con las manos vacías, pero la cabeza muy alta. Los nazaríes no pudieron con un Real Madrid herido, pero por unos minutos acongojaron a un Bernabéu que ya pensaba en la goleada. A competitividad e ilusión es muy difícil ganar a los de Diego Martínez. El gol de Benzema nada más empezar y la lesión de su alma y timón, Montoro, no les hicieron desistir. Al revés. Ante la tempestad, se sobrepusieron. Con un 3-0 abajo y el público local disfrutando, el Granada no bajó los brazos y a punto estuvo de dar un susto en un campo donde no gana desde hace 45 años.

Ambición y humildad son las palabras más repetidas en el vestuario nazarí. Y se demostró. Con el partido muy cuesta arriba, Diego Martínez, el almar mater de este Granada, retiró a Azeez para meter a Vadillo. Más dinamita. Perseveró y le llegó el premio en forma de error de Areola. Ahí estaba la fe de un Carlos Fernández que fue hasta el final para forzar el penalti. El gol parecía anecdótico, pero el Granada creyó y llegó a poner nervioso a todo un Real Madrid.

Porque demostró una de las virtudes de este equipo. Su fe. Su competitividad. La misma que le hizo ascender a Primera de manera directa. La misma que le permitió ganar al Barça en Los Carmenes. La misma que le hace ser, por méritos propios, el equipo revelación de este inicio de curso. El Granada sabe que esto no ha hecho más que empezar. Va a tocar sufrir, pero con fe y sin perderle la cara a ningún rival.