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Vargas y Campuzano, el Bolshoi perico

Déja vu. Como Tamudo en la edición de 2006, Wu Lei le dio la victoria al Espanyol en Moscú y un espaldarazo al entrenador. Si el gol del legendario delantero salvó el cuello de un cuestionado Miguel Ángel Lotina (luego el equipo ganó la Copa y se salvó en la última jornada con gol de Corominas), el del chino, representante de Chen Yansheng sobre el verde, le da oxígeno a Gallego (su abrazo como símbolo de la unión), que fuera de casa mantiene su idilio (no ha perdido desde que dirige en Primera) y alarga la racha europea del equipo blanquiazul, que ya alcanza los 23 encuentros seguidos sin perder. Una barbaridad.

El comunismo perico. De nuevo, las sombras y las luces se juntaron sobre la capital rusa, una primera parte guerrera de los pericos, que tuvieron que defenderse en su trinchera, agazapados. Apenas pasaron de mediocampo, se lesionó un desacertado Calleri y la presión rusa fue efectiva. La ternura del CSKA evitó males mayores, gracias al trabajo del omnipresente Víctor Sánchez y al comunista equipo perico, donde todos sus miembros trabajaron en pos del beneficio colectivo. Un Espanyol solidario que dio un paso de gigante para pasar de ronda gracias a una brillante segunda mitad, en la que siguió atrincherado pero descansó con posesiones largas y encontró los espacios.

Sobriedad. Por segunda vez desde que arrancó LaLiga, el Espanyol dejó la portería a cero (el otro encuentro fue ante el Alavés) con protagonismo de David López. Sobrio, con paciencia y acierto en la salida de balón, su presencia dio estabilidad a una zaga que mejoró sus prestaciones, con un Corchia y Pedrosa muy posicionales en los costados y un Calero menos impreciso.

Fuerza y maña. Campuzano y Calleri son la noche y el día. Si uno es habilidoso y dotado técnicamente, el otro es fuerza y potencia. Una combinación perfecta, aunque el canterano estuvo varios peldaños por encima. Su movilidad sacó del sitio a los centrales y su velocidad hirió a la frágil zaga del CSKA, como aquella conducción desde mediocampo que estuvo a punto de ser el 0-1. Sin Calleri ni Ferryera, el barcelonés tiene todos los números de jugar el domingo. Las veces que ha jugado ha demostrado su calidad y desparpajo, como el tanto del 0-2.

Vargas, coronado. Entre tanta intermitencia, entre el Espanyol que bosteza y el que se despierta, emerge Vargas como un jugador superlativo, capaz de jugar por dentro o por fuera, de marcar goles como el mejor delantero o asistir como el mejor mediapunta. Él y Campuzano bailaron sobre el césped como si fuera el teatro Bolshoi. Vargas se corona en la imperial Rusia y el Espanyol da un paso hacia su estabilidad. El equipo tiene corazón. Necesita regularidad. Y no puede demorarse.