Dudar sobre Luis Suárez
En el mundo del fútbol y del periodismo deportivo constantemente se tiende a hacer comparaciones ridículas entre jugadores cuyos niveles y méritos son radicalmente antagónicos, tal vez fruto de la urgencia por vender periódicos, por pura pasión o por la continua espera del nuevo Mesías. Así nos encontramos con gráficas de rendimiento que afirman que Vinicius a su edad mejora los números de Messi y CR7 cuando tenían 18, artículos sobre si Griezmann come en la misma mesa que estos dos gigantes, comparativas entre Mou y Zidane, entre Solari y Zidane, etc.
Al igual que no conviene juntar a ciertas personas en una misma categoría, hay verbos y nombres propios que no pueden convivir tampoco dentro de la misma oración. Relean el título de esta columna. Los conceptos “Dudar” y “Luis Suárez” no deberían articularse juntos. Jamás. Son incompatibles. Luis Suárez es ese niño de 7 años que en el patio corre como un poseso a por todos los balones, es Carles Puyol convertido en delantero, es Makelele convertido en delantero, es Cantona más Luis Enrique, es el conejito del anuncio de Duracell, el que remata lo irrematable, el futbolista inagotable, es Pantani subiendo el Alpe D’Huez.