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La terapia de Gallego se queda a medias

Acordaron Celta y Espanyol ofrecer un tratado sobre la crueldad en Balaídos. Anotaban primero los pericos, en ese tramo de la reanudación en que un gol desmonta todo lo que tu rival ha planeado en el descanso. Pudieron la visión de Vargas, la lucha de Calleri a lo pívot de baloncesto y la colocación de Pedrosa, incorporado al remate, y no fue la única ocasión. Pero el Celta, que de entrada se las prometía felices tras superar el Tourmalet y en un primera mitad de superioridad, asestó un golpe que todavía hiere más: el del gol en el minuto 95. A los de Gallego se les escapaba así una victoria que daba tremendo oxígeno al entrenador, casi tanto como el que derrocha su goleador de la noche, haciendo inútil su descarada defensa del 0-1, con cuatro laterales y tres centrales.

Pragmático, estajanovista, solidario y combativo, tanto como Calleri luchando entre molinos de viento, se había mostrado el Espanyol en una segunda mitad en que sucedió algo inédito: que se avanzasen en el marcador. Ni con esas ganó, aunque sigue sin perder a domicilio, desligado de los grilletes de Cornellà. Y surtió efecto a medias la maratoniana terapia de grupo del lunes, en el sentido de que no tuvo problemas Gallego en esperar atrás, buscar contragolpes como el que desperdició Darder o agazaparse al final, hasta que emergió Santi Mina. Está de pega el Espanyol, que pudo salir del fango y por ahora solo se salva de rebozarse más.