El futuro y el presente se abrazan en el Barça
Dos grandes ovaciones. Una, para Messi, que estaba en la estratosfera de la grada. Y la otra para Ansu Fati, cuando se fue del campo, después de un partido en el que fabricó dos goles, uno de los cuales marcó él mismo.
El presente del Barça se encarnó, además, en los goles de Luis Suárez, que regresó para cruzar el rubicón de la mala suerte y regresar a la escena de los triunfos que le estaban negados.
Lluis Flaquer dijo en Carrusel, cuando el joven guineano culminó su primer éxito de anoche, que era el muchacho que vino del futuro. Se consolidaba una estrella, no es Fati una estrella fugaz, está aquí para quedarse. Ya se le buscan comparaciones, entre ellas la de Romario, que combinaba eficacia y belleza.
El futuro, pues, se mezcla con el presente y conecta con el pasado. Esa es una combinación virtuosa, que corresponde, además, a la historia futbolística del Barça. La línea que va de Kubala y Luis Suárez Senior a Messi pasa por Rexach y Cruyff, se detiene en Guardiola y reposa ahora en expresiones de futuro que tienen un nombre propio absolutamente inédito.
Este muchacho de dieciséis años es mucho más que una esperanza. Es un estilo, alguien que lleva en los pies y en la mente dos genes, el de la belleza del juego y el de la competitividad.
Delante, en un partido que empezó siendo un trallazo azulgrana, estaba el Valencia en baja forma mental, con su inteligencia de jugar rota por la incapacidad de su dueño para entender las leyes del fútbol. Jugó con melancolía, un sentimiento que automáticamente pone a los equipos al borde del pasado. Salvó el mobiliario del corazón, pero no le sirvió para nada.