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Confunden la historia con el cómic

Pudo haber hecho historia el gol del niño Ansu Fati, pero su proeza cabeceada entró en esta historieta de cómic que protagonizó el Barça en El Sadar y ahí se quedará en forma de empate triste de un equipo que sólo jugó cuando tuvo miedo. El penalti de Piqué ayudó a creer que, en efecto, el Barça pasa de la historia al cómic como si estuviera manejado por el azar del aburrimiento. La primera parte fue un ejercicio de respiración asistida. Osasuna lo hizo todo, y el Barça lo hizo todo mal; ejecutó un guión de los hermanos Marx para divertir a niños de escuela. Futbolistas de primera magnitud se fueron pareciendo a caricaturas del Fortnite. Pero entró ese héroe de dieciséis años que se encargó de explicar que jugar de otro modo es posible. Ahí parecía que el Barça recuperaba la pasión por la historia dibujada por un niño. Le pesaba un abrigo de bochorno que ahuyentó un menor de edad.

El entusiasmo de Fati no fue suficiente, de modo que ni el apoyo del gol de Arthur le generó empaque al Barça. En cinco minutos obnubilados Piqué y los suyos le regalaron otra vez al público una versión antigua de Micky Mouse y Osasuna se aprovechó de la milonga gracias a un penalti que parecía un castigo en clase. El empate es un suspenso. El domingo pasado, ante el Betis, parecía un partido de futbolistas alegres reencontrándose con la felicidad de jugar. En El Sadar, sin embargo, sudaron mediocridad, regalaron el balón como infantiles y a pesar de algunos juveniles la edad media del juego fue propia de un partido de veteranos sin historia.