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Zizou: pon tu mano sobre el hombro de Bale

Desde hace demasiado tiempo, la única manera de motivar a Gareth Bale es enfadándole. Había otra claro: cuidar de él, hablarle, ponerle un brazo sobre su hombro, hacerle sentirle importante. Ancelotti lo entendió enseguida y las horas de entrenamiento extra que hacía con Paul Clement para adaptarse a la derecha del ataque tenían menos que ver con táctica y más con demostrarle cariño. También Rafa Benítez sabía cómo sacarle lo mejor. Solari le enfadó al dejarle en el banquillo y cuando le sacaba obtenía un rendimiento rabioso y positivo. "A ver si te voy a tener que dejar en el banquillo siempre, Gareth", le vino a decir el argentino. Zidane dejó de hablarse con su pupilo y no le hizo jugar desde finales de abril. Le quiso fuera hace dos veranos y también este. Ahora lo tiene enfadado, crispado, y recuperándole la titularidad ha conseguido, como consecuencia de la rabia que acumula, que juegue bien.

Se está vendiendo la buena actuación de Gareth Bale como un éxito diplomático del entrenador. Pero en realidad estamos viendo que el jugador se ha salido con la suya. No se quiso marchar este verano y la estrategia de sus representantes fue el de no moverse en exceso de esa posición. Ningún club europeo hizo una oferta por Bale, en parte porque no le veían con muchas ganas de jugar a fútbol y en parte porque su negativa a rebajar su sueldo se entendió como un intento de quedarse en Madrid. Casi sale a China y las cosas se rompieron del modo más inverosímil.

Su agente, Jonathan Barnett, hacía como que no miraba al mercado pero descubrió una posibilidad que Bale aceptó: irse a la liga asiática. Ocurrió que Florentino Pérez, que había acordado dejarle marchar sin traspaso y con el club chino pagando todo su sueldo, cambió de opinión a última hora. Oyó que otro club chino quería pagar 40 millones de euros por el fichaje de James, así que de repente el presidente pidió dinero por Bale. Al cambiar lo acordado, los chinos se echaron atrás (y la oferta por James acabó por ser fake news). Tras esa nefasta gestión, Bale dijo que de Madrid no se movía...

Cuando un entrenador ha dejado muy claro que no quiere a un futbolista, además de abrirle las puertas a su marcha se rompen los pequeños hilos que unen las voluntades de ambos. Claramente la mayoría estaban rotos antes del verano en el caso que nos ocupa, pero el entrenador no le ha quedado más remedio que escuchar a Florentino, que cree en la redención del galés, y empezar a crear nuevos puentes de entendimiento. De momento, ahora tiene a un jugador enfadado y debe conseguir la regularidad del jugador galés en el tiempo. Necesitará, quiera o no, ponerle la mano sobre el hombro. ¿No es eso en lo que también consiste ser líder?