Partido feliz con niños

En un partido así conviene que haya niños. Los hubo en el graderío, los hijos de Messi y de Suárez; sus padres, en el dique seco, y ellos aplaudiendo a sus suplentes. Y un adolescente, casi un niño, en la alineación del Barça. La cantera empujando. Los adultos buscaron agradar a esa audiencia regocijada, tanto por el Betis, que puso su cuchillo en la mantequilla de la defensa azulgrana, como por un conjunto que se recuperó con corazón y calidad de ese contratiempo. Valverde, tan comedido, pronunció su hartazgo ante la dificultad de romper la defensa sevillana. Gritó para sí mismo “¡Joder!” harto del fútbol sin premio.

De pronto la mala suerte se tornó en la felicidad de los niños de la grada y de los protagonistas del campo. Griezmann celebró con confetis su primer acierto en el Camp Nou y la sobresaliente manera de juntarse convirtió al Barça en un equipo feliz que celebraba su éxito colectivo. Fue un partido feliz con niños.