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El vuelo del ave fénix blanquiazul

Alternativa. Gallego apostó por introducir cinco cambios respecto al encuentro de Liga ante el Sevilla. Aparecieron Calero, Iturraspe, Granero, Darder y Puado y el esquema de juego en la primera mitad fue de 4-1-4-1. Pero hubo un problema en la primera mitad y fue que se jugó cada acción como si fuera la última, no solo del partido, sino de la eliminatoria. Las cosas no carburaron porque el ritmo era parsimonioso, no había sin desmarques de ruptura y se echaron muchísimo de menos los cambios de orientación para tratar de crear unos contra uno o superioridades. El 0-1 del Zorya fue durísimo y la pena máxima fallada por Granero en la segunda mitad, con 1-1, aún más. Está claro, el Espanyol y los penaltis en Europa son un amor imposible.

Despegue. Pero está claro que si hay un equipo capaz de prenderse fuego y caer en el dramatismo más absoluto y después resurgir es el Espanyol. El gol de Javi López fue un presagio de lo que estaba por venir. El capitán del Espanyol estaba discutido y en el centro de la diana de la afición y su 2-1 fue un soplo de aire europeo. Con él cayó la tormenta perfecta de juego y el 3-1 de Vargas es un paso vital para estar 12 años después en la fase de grupos de la Europa League. Los últimos instantes de partido fueron una delicia. Ningún perico quería que el partido finalizara porque olían la sangre. El ave fénix es blanquiazul.

Paciencia. Pero no hay que obviar el pasado porque solo así no se repetirá en el futuro. Y hubo momentos en los que el Espanyol estaba a merced del Zorya. Hizo bien Gallego al comentar en la previa que tanto si el resultado era bueno, malo o regular, la eliminatoria se decidiría en la vuelta. En Ucrania tocará aguantar este 3-1 y tratar de coser las costuras que durante la primera mitad dejaron sin nada que poder cubrir a un Espanyol con muchas dudas y sin fútbol.

Vestuario. Acaba de empezar la temporada así que hay automatismos que aún se están asentando. Pero la intensidad y las ganas deben ser innegociables. Y la fortaleza mental, igual. Tras el 0-1, solo tres jugadores emergieron. Diego López, Marc Roca y Granero fueron los únicos que trataron de levantar los ánimos de un equipo que se perdía en los reproches y los aspavientos. El “orgulloso de ser perico” en la grada tampoco acabó de retumbar y un sudor frío recorrió la espalda de cada uno de los 13.686 aficionados que se dieron cita en Cornellà-El Prat. Para estar en Europa 12 años después hay que sufrir. Y vaya si se está haciendo.