Joao Félix, del Club de los Elegidos

Hoy me toca escribir para el AS y no para El Economista. Hoy no toca hablar del montante económico del traspaso de Joao Félix y sí, con prudencia, analizar unas condiciones futbolísticas que invitan al optimismo en el mundo rojiblanco. Y es que con el portugués me pasa ahora lo que me pasó en su debut ante el Numancia. Estoy deseando que se recupere tan rápido como que la pelota llegase lo antes posible a sus pies. Joao Félix demostró en tres fogonazos en su debut que es un futbolista diferente, un jugador que a los amantes al fútbol nos impacienta cuando tarda en entrar en contacto con la pelota. Me pasaba igual con Valerón o Iniesta, futbolistas que con un giro de tobillo o un amague rompían telas de araña en milésimas de segundo. Un parpadeo y zas, traspasado el muro del rival. De espaldas y en espacio reducido es donde está la mayor dificultad a la hora de crear y ellos lo hacen con una naturalidad que pasan a engrosar el selecto Club VIP de Los Elegidos inmediatamente. En el rojiblanco se atisba un detalle importante que lo diferencia de los que habitan entre los del club de los elegidos, más dados a asistir que a marcar, su facilidad para llegar por sorpresa y definir. Sólo deseamos que venga en modo esponja y absorba los consejos del Cholo a la hora de interiorizar los movimientos sin balón y anteponer las necesidades del equipo a las suyas. Griezmann como ejemplo: llegó como gorrión y se marchó como halcón. Simeone debe buscarle una ubicación para explotar sus virtudes y que juegue con libertad detrás del punta, parece su posición. Le costará mucho más caído en banda sin balón y con posición jugando por dentro para conseguir superioridad.