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Asensio, la mejor y la peor noticia

El Madrid no modificó contra el Arsenal el comportamiento que le caracterizó frente al Bayern de Múnich. Está sin rodar en casi todos los aspectos. Depende infinitamente más de la calidad de sus jugadores que de una propuesta de juego homogénea. Nadie se extrañará. Su recorrido es mínimo, dos partidos de verano, con todos los factores que empujan a un desempeño muy desigual. Es un problema leve que se puede tornar en grave si el Madrid lo convierte en rutina. Es decir, si mantiene los preocupantes rasgos que le han dañado en las dos últimas temporadas.

El partido estaba a punto de alumbrar una excelente noticia cuando giró radicalmente. Asensio, que el pasado año atravesó la temporada tan de puntillas que se volvió invisible, ingresó en el segundo tiempo y ofreció todo su repertorio: remate de media distancia, astucia en el área, soluciones sencillas a problemas complejos y, sobre todo, la fiebre que tantas veces le abandona. Utilizó sus numerosos recursos con inteligencia y decisión. Estrelló en el palo un tiro sensacional, marcó uno de los goles, colaboró en el otro y fue un factor decisivo en la remontada. Su brillante contribución se acabó muy pronto. Asensio se lesionó para muchos meses.

El Arsenal, un equipo que intenta recuperar su prestigio en la Premier League, estuvo a punto de destrozar al Madrid en el primer tiempo. No es muy diferente del Real Madrid. Le distingue la irregularidad y una distancia acusada entre lo que ofrecen sus mejores jugadores, con Lacazette y Aubameyang a la cabeza, y el rendimiento de varios de sus defensas, de segundo o tercer nivel en el contexto actual. Özil explica perfectamente al Arsenal. Nunca te puedes fiar de él.

Nacho quedó muy señalado. Añadió más dudas a su floja actuación frente al Bayern. Si no está en regresión, lo parece, al contrario que Keylor Navas, magnífico en el primer tiempo, cuando el equipo estaba a pique. Nacho fue expulsado muy pronto, minutos después de que el árbitro le perdonara la expulsión en un error clamoroso. Terminó bajo sospecha la temporada anterior y no remonta la nota. A su alrededor, Carvajal y Sergio Ramos fueron poco cuidadosos con la pelota, defecto letal contra gente como Aubameyang y Lacazette, que añade una cualidad importante a sus considerables virtudes: se entienden de maravilla.

Con 10 en el campo, el Real Madrid pasó muy malos ratos. Kroos intentaba dirigir con pulcritud, pero su capacidad defensiva es muy escasa. Modric tampoco brilló, excepto para trazar un pase impecable a Carvajal. Mendy se siente cómodo para atacar, con más potencia que Marcelo pero con muchas menos ideas que Marcelo, y muy incómodo para defender. Veremos si es un problema coyuntural o estructural del jugador francés.

Zidane retiró a Jovic y eligió a Varane como sustituto de Nacho. El Madrid ganó con el ingreso del central y con la retirada de Jovic, que no había tocado la pelota. Tampoco lo hizo contra el Bayern de Múnich. Da la impresión de vivir exclusivamente para el remate. O se desentiende del juego, o no tiene las condiciones para colaborar. En el Madrid sólo se perdona este defecto si el jugador en cuestión hace goles a barullo. De lo contrario, lío.

La expulsión de Sokratis igualó el encuentro. La presencia de Marcelo, Asensio y Bale en la segunda parte inclinó claramente el encuentro hacia el lado madridista. Bale jugó como si nada le afectara y se dejó notar en el área, sin perder el aire ausente que le caracteriza, pero el hombre del partido fue Marcelo, imperial en lo siempre le ha distinguido: su variedad de soluciones en ataque. Machacó a Jenkinson, un lateral alto, voluntarioso y algo torpón. Marcelo fue la mejor noticia del Madrid. Asensio fue la mejor y la peor. Su lesión es grave. Una pena.