Los malestares pasajeros

En fútbol, el malestar es pasajero. Depende del primer gol, de la primera alegría, y ya todo está olvidado. Mientras eso ocurre, Griezmann ayer le regaló los oídos a sus nuevos compañeros y al graderío que parecía que no iba a perdonarle nunca el desplante de hace un año.

Las derrotas son recuerdos y los enfados. Hace un año Griezmann fue un futbolista deseado y luego despreciado por el Barça, tras “la decisión” que grabó y difundió Gerard Piqué, gurú mayor de los deseos azulgrana.

Un año después, en las paredes heridas del Atlético de Madrid se aloja el ya olvidado malestar del Barça. El equipo que preside Enrique Cerezo sufrió ahora el desdén que hace un año deploró la directiva azulgrana. Cuando las estrellas atléticas, que vienen para cubrir el hueco dejado por el francés, empiecen a resolver los sentimientos revueltos, Griezmann será un dolor, pero aliviado por el tiempo y por los goles de otros.

No sólo elogió Griezmann al club al que llega, sino a los jugadores con los que va a encontrarse. Tomará mate con Messi y con Luis Suárez, no tiene sino buenas palabras para el actual 7, Coutinho, y no se metió en charco alguno. Lavó heridas incluso con Cerezo, que se las merece. Y dijo algo: traerá alegría. Al Barça triste de final de junio le hace falta esa inyección de agosto.