El siete, un número para los elegidos

Lo de los números de los dorsales es una liturgia que siempre ha fascinado a los aficionados. Cuando hablamos del 10, pensamos inevitablemente en Pelé, con el Santos y Brasil; en Maradona, con la Argentina campeona del Mundo; o en Platini, con la Juve y con Francia... Si nos ponemos con el 9 nos salen Di Stéfano, Santillana y Hugo Sánchez con el Madrid o Quini con el Sporting. Con el 5 sólo imagino a Zidane y su volea en Glasgow. Con el 3 a Camacho y a Roberto Carlos y sus bombas inteligentes. Con el 4, al infatigable Pirri, a Hierro y Sergio Ramos. Con el 11, por supuesto, don Paco Gento, único jugador con seis Copas de Europa. El 6 y el 8 del Madrid se los adjudico a Fernando Redondo y a Míchel, respectivamente. Con el 2 veo a Carvajal levantando cuatro Champions casi seguidas. Y con el 1, desde Yashin, La Araña Negra, Maier, El Gato Miguel Ángel, Arconada o ahora nuestro mítico Casillas...

Pero cuando hablamos del Madrid pensamos en un número que puede con todos. Ése es el 7. De niño se lo vi por primera vez a Amancio, que caracoleaba junto a la banda como El Brujo que era. Mi padre siempre me dijo que ahora hubiera ganado el Balón de Oro. El relevo lo cogió Juanito. Mi ídolo por antonomasia. Madridismo en vena. El Bernabéu le seguirá cantando hasta el fin de los días. Su sucesor fue también ilustre y genialoide: Emilio Butragueño. Paraba el tiempo en el área. Después, mi Raúl, el ganador insaciable. Y ahora me pongo de pie con nuestro Cristiano. Nunca habrá otro como él. Por eso, el 7 debe ser para Eden Hazard. Es un número para los elegidos. Y el belga lo es.