Neymar-Barça, la atracción fatal

Aunque es nuestra labor, es muy difícil esclarecer con exactitud cuánto hay de verdad en este bombardeo mediático alrededor de un supuesto regreso de Neymar con tantos actores en juego y tantas filtraciones interesadas. Si se debe ir a lo esencial, diremos que, además de un circo interesante por el magnetismo que tiene el protagonista, también es interesado. A Neymar, harto de jugar en el PSG, le conviene que se airee sin que salga de su boca que su ciclo allí ha terminado, sorprendentemente arrinconado por el emergente poder de Mbapé. Al Barça tampoco le va nada mal que Neymar borre estos días de todas las portadas a Griezmann, que vive una cuenta atrás agónica para poder hacer oficial su fichaje sin que, al menos aparentemente, a nadie le importe demasiado porque el hombre del momento, otra vez, es Neymar.

En términos objetivos, el fichaje de Neymar es imposible. O dejémoslo en casi, que esto es fútbol. Construir un escenario favorable para su vuelta no parece ya una cuestión de ingeniería financiera sino del espectáculo de David Copperfield en Las Vegas. El jugador tiene denunciado al club; el club y el jugador están denunciados por DIS en el caso Neymar 2; el futbolista se fue dando un portazo y sin explicarse ante su gente; su ficha es absolutamente descabellada; sus últimas lesiones invitan a pensar en una importante debilidad en su tobillo derecho; y las últimas noticias hablan de una vida nocturna más activa incluso que cuando estaba en Barcelona, donde era un juego de niños y hasta graciosa en comparación con la última espiral en la que ha entrado. Además, desde el Barcelona se insiste en que los números no cuadran y, por si fuera poco, Bartomeu ha afirmado en público y casi jurado en privado que Neymar no vendrá.

Debe haber gato encerrado, porque hasta los medios más prestigiosos han entrado en los últimos días a hablar de las posibilidades de cuadrar una operación lunar. Las encuestas, mientras, son tan contradictorias como los sentimientos de la afición. Por un lado, el socio dice que prefiere a Neymar antes que a Griezmann. Pero por otro asegura que no quiere que venga Neymar y, sin embargo, reparte sus opiniones con el francés. Definitivamente, una cosa de locos.

Entre Neymar y el Barça hay, además, una suerte de atracción fatal desde que el brasileño eligió al Barça en 2013. Club y jugador hicieron trampas fiscales admitidas para conseguir su fichaje. El club azulgrana logró ganarle la mano al Madrid así, pero se metió en una espiral peligrosa que hasta manchó el nombre del club con aquel acuerdo judicial un tanto vergonzoso. Desde entonces, Neymar y Barça anduvieron en el alambre y el brasileño se lo pagó con un portazo histórico a su directiva y a su gente, que lo quería y mucho. Es probable que nadie le haya perdonado a Neymar aquello que hizo, pero nadie se ha olvidado tampoco de que puso en pie a la grada y que desde que se fue el equipo entró en una fase de burocratización y tristeza que aburre. Eso con Neymar era imposible y esa es su magia. Es una pasión peligrosa esta de Neymar y el Barça. Una atracción poderosa, pero que puede que tenga por segunda vez resultados devastadores.