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El sábado más triste del deporte español

En el deporte estamos acostumbrados a informar de felicidad, de victorias y gestas. Si hay alguna lágrima, suele ser de alegría. Si el llanto es por la derrota, enfrente siempre luce una sonrisa. Con el tiempo, también nos hemos tenido que acostumbrar a informar de tristezas, porque ninguna actividad escapa de la ley de la vida. Este 22 de junio fue una jornada especialmente desgarradora, un sábado de luto para el deporte español, con la pérdida de Conchi Paredes, 17 veces campeona de España de atletismo, y Miguel Ángel Falasca, campeón de Europa de voleibol. Han fallecido a una edad a la que todos deberíamos seguir viviendo, a los 48 y 46 años, respectivamente. Conchi dominó el triple salto antes de que Carlota Castrejana y Ana Peleteiro lo elevaran a categoría mundial. Su adiós no fue menos doloroso por esperado.

Más impactante, por repentina, ha sido la muerte de Falasca cuando asistía a la boda de un compañero de banquillo en Italia. Quiero pararme un poco más en su figura, y sobre todo en aquella Selección que se proclamó campeona de Europa en 2007, de forma tan sorprendente que las instituciones públicas no reaccionaron a tiempo y tuvieron que pedir disculpas por su ausencia. Resulta que aquella final, en Moscú frente a Rusia, coincidía con otra final europea de baloncesto, en Madrid y también contra Rusia, donde se concentraron todos los esfuerzos para aplaudir una canasta de Pau Gasol que no quiso entrar. Ni el voleibol supo aprovechar aquel éxito, ni España ha sabido darle nunca el reconocimiento merecido. Descanse en paz. Y recordemos aquella hazaña de nuestro vóley para honrar su memoria.