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50.000 fieles a la nueva 'Hazardmanía'

A las 11:30 de la mañana ya había aficionados junto a las puertas de la calle Padre Damián para intentar ser los primeros en entrar al Bernabéu. Quedaban casi ocho horas para que Eden Hazard hiciera acto de presencia, pero el entusiasmo que ha provocado la llegada del belga fue más allá de las quejas por el calor o las largas horas de espera. A las cinco de la tarde las colas ya daban hasta tres vueltas al santuario de La Castellana. La Policía Municipal tomaba posiciones para que no se descontrolara el personal. A las 17:37 se abrieron las primeras puertas en el Fondo Norte, junto a la calle Rafael Salgado. Una locura.

Aficionados de todas las nacionalidades, con camisetas del Madrid y los más osados ya con la de Hazard, recién comprada en la tienda oficial del Bernabéu. También alguna de Jovic. Durante dos largas horas el calor fue menguando y la entrada de público creciendo, hasta lograr reunir a 50.000 privilegiados que podremos contar este día H (de Hazard). La gente ocupó el tiempo con cánticos de ánimo al Madrid, los más vacilones recordaron a coro "¿dónde está el triplete, el triplete dónde está? También tuvo aceptación el gripo de “¡Queremos a Mbappé!". No por hacer de menos al belga, que causó furor cuando pisó el césped, sino para recordar a Florentino que el próximo Galáctico debe ser el talentazo francés del PSG. 

A las 19:15, en los videomarcadores pusieron la imagen de Hazard anudándose la corbata. Ovación cerrada. A las 19:30, la imagen mostraba al belga posando con su camiseta (aún sin número), delante de esa Capilla Sixtina con las 13 Copas de Europa ganadas por este club desde 1956. La 14 espera en Estambul el próximo año… A las 19:37 irrumpió por fin Eden en el Palco de Honor. Locura total en las gradas. Se le iluminaron las pupilas al Bernabéu. Desde Cristiano no recuerdo tanto furor por un fichaje. La primera gran ovación se la llevó con su entrada, con un perfecto castellano: "¡Hola a todos!".

A mi izquierda, un chaval colombiano tuvo gracia: "Ya ha hablado más en español que Bale en seis años". Pues sí. Después se vistió de blanco y bajó a su futuro jardín de las delicias. Los 50.000 aficionados irrumpieron en aplausos mientras cantaban el himno de la Décima. Hazard estaba como en una nube. Miraba las gradas pobladas, con más gente de la que había en Stamford Bridge en las grandes noches (el estadio del Chelsea tiene una capacidad de sólo 41.854 espectadores). También se besó el escudo, por petición popular. No le costó nada. Era su sueño. El de un niño que siempre quiso vivir este momento. Jugar en el Madrid y a las órdenes de su ídolo Zidane. A veces, los sueños también se cumplen.