SIN CADENA

De ruta en bici por la Axarquía malagueña: Ruta Mudéjar (I)

Primera de una serie de tres alternativas por una comarca desconocida en la Costa del Sol, pero que guarda dureza, mar, montaña y paisajes de enorme contraste

V. M.

Resulta que, por asuntos personales, después de casi dos años en Aracena -ya os la mostré como pude hace unos meses- me he vuelto a vivir a mi Torre del Mar natal. Y llevaba tiempo tratando de sacar tiempo para presentaros un poco la comarca donde me he criado, he crecido, me he enganchado a la bici y ahora vuelvo a vivir otra vez, espero que ya para siempre. Sí, a uno le tira la tierra. Qué le vamos a hacer. El caso es que después de darle vueltas, os propongo por aquí un serial de tres rutas, por si alguien se anima a pasar aquí un fin de semana largo, un puente o lo que quiera que sea.

Ninguna de ellas es especialmente extrema, pero todas encierran dureza y, sobre todo, belleza. Como las fotos están realizadas en el mes de junio quizás los paisajes se vean muy secos, pero os aseguro que en los meses de otoño y primavera, en cuanto caen las primeras lluvias -a ver si el cambio climático se toma un par de años de respiro- se convierte en una maravilla de vegetación, saltos de agua e incluso montañas nevadas. Lo dicho: rutas no-muy-bestias que, en realidad, de algún modo se pueden combinar entre sí y podríamos tener auténticos etapones.

Empezamos con la primera que es la que se conoce como Ruta Mudéjar, por la composición arquitectónica de los pueblos que transita. Es, digamos, la zona oeste de la comarca, sólo separada de la provincia de Granada por las sierras Tejeda y Almijara. Entre ellas, el punto más alto de la provincia de Málaga con los 2.080 metros de La Maroma, llamada así por la forma en que los neveros -antiguo oficio que ya se perdió- bajaban a coger la nieve, bajando por una gruesa maroma de esparto.

Al fondo, arriba, se la valla de la carretera. Llevaremos 700 metros de puerto recorrido al llegar allí, casi siempre en torno al 15%V. M.

Vamos al lío, que nos enfriamos. Empezamos ruta en Torre del Mar, que más o menos es el centro geográfico de la costa axárquica. Y nos metemos rápido hacia el interior. Merece la pena detenernos unos minutos en el centro antiguo de Vélez-Málaga. Desde la circunvalación, una calle ascendente -suave- nos deja en la plaza del Ayuntamiento y seguimos recto para luego girar a la derecha por el Paseo de los Naranjos, en un repecho de unos 600 metros que empieza con adoquín y acaba en un verdadero rampón que desemboca en la misma puerta de la Iglesia de San Juan Bautista (s. XV-XVI). De clara inspiración mudéjar también, aunque con muchas reformas posteriores. Arriba queda la Fortaleza, y a nuestra derecha la muralla de la ciudad original, lo que actualmente conforma el barrio de La Villa. Nosotros bajamos por una calle recta y también adoquinada -así que cuidado- y acabamos saliendo del casco histórico.

Tomamos giro a la derecha en una rotonda para abandonar Vélez, por la carretera antigua que conduce al Puente Don Manuel y a las faldas del alto de las Ventas de Zafarraya, que vamos a pasar en la tercera y última ruta de esta serie. Dicha carretera es una constante sucesión de repechos arriba y abajo, sin grandes desniveles pero alguno ya con más de un kilómetro de longitud. Suficiente para ir calentando patas. Hasta que un cartel nos indica que Canillas de Aceituno está a siete kilómetros girando a la derecha. ¡A por el primer puerto del día!

Se trata, efectivamente, de una subida de siete kilómetros en la que se salvan casi 600 metros de desnivel. Lo que nos arroja una pendiente media superior al 8%. Pero lo verdaderamente duro es el principio. Un primer kilómetro brutal, entero con rampas de doble dígito y tramos que sobrepasan el 15% -hay picos al 17-. De hecho, en apenas mil metros recorridos ganamos bastante altura, tanto como para poder ver, si nos da para mantener el equilibro, el lugar donde estábamos unos minutos antes y que ahora aparece, diminuto, allá abajo. Eso sí, luego se suaviza y se mantiene constante en el 7%. No hay mucho descanso más allá de algún rellanito corto, tampoco locuras salvo alguna curvita que se eleva al 10%. Lo que sí cambia es el paisaje.

Porque más o menos a mitad de subida nos quitamos de enmedio unas lomas y lo que eran frutales y algunos almendros que resisten los nuevos tiempos de agricultura subtropical dan paso al blanco de las casas de Canillas y una inmensa mole gris salpicada de puntitos verdes. La Maroma. La tenemos realmente cerca, pero también muy arriba. Tras una doble curva de herradura a izquierda y derecha al 11% que nos vuelve a subir el pulso -no hemos bajado del 7-8 en todo el rato-, alcanzamos después el campo de fútbol de Canillas. Podríamos entrar en el pueblo, pero es que llevamos muy pocos kilómetros para detenernos ya a degustar nada. Lo dejo como apunte: el chivo es la especialidad local. Y por si hay algún vegano en la sala, que no se preocupe. Las huertas axárquicas son una delicia.

Canillas de Aceituno, pueblo blanco con el Peñón Grande encima, la loma despoblada pasto de un incendio en 2012 y, presidiendo, La MaromaV. M.

Nosotros pasamos 'por debajo' del pueblo y circunvalamos en dirección Sedella. Aquí sí vamos a poder disfrutar, una vez subido el puerto, de una carretera más divertida. Todo son repechos y sube-baja suaves, tanto que en ocho kilómetros apenas acabamos ganando 40 metros de altitud. Sí os digo que, en caso de no venir en meses veraniegos, la ropa de abrigo es fundamental porque ahí pega el viento a su antojo. La carretera no está mal de firme, aunque tampoco es especialmente ancha, a nuestra derecha en el sentido que vamos hay un barranco y vamos a pasar algunos puentes estrechos y sin vallas altas. Así que un puntito de precaución. Además, si bien no hay grandes zonas de umbría, en invierno puede haber alguna placa de hielo traicionera según la hora. También os digo que si los días están inciertos en lo meteorológico, las nubes ahí bajan rápido y tenemos montañas altísimas justo encima. De vez en cuando se estancan y hay tormentazos bastante curiosos.

Pero no es el caso que nos ocupa, y desde ahora hasta, mínimo, mitad de septiembre toca disfrutar la zona. Llegamos a Sedella, otro pequeño pueblecito de la zona que debe su nombre a la industria artesana de la seda, también en época de Al-Andalus y siglos posteriores. Cuenta poco más de 600 habitantes, aunque parece haber frenado algo la despoblación que estaba sufriendo. Empezó el siglo con menos de 500. Nosotros seguimos y, de nuevo, pasamos por debajo. Volveremos a bordear una ladera y, de nuevo, nos encontramos con la Maroma justo de frente -el viaje es una 'ese' constante por sus faldas, ladera hacia dentro y ladera hacia afuera- hasta que pasado el pueblo tomamos un cambio de rasante y bajamos, por una pendiente fortísima, hasta Salares, que no está pegada pero casi.

Entrada a SalaresV. M.

Este pueblo es aún más pequeño que el anterior, apenas 175 habitantes. Nosotros llegamos a una explanada que es la entrada 'por abajo'. Seguimos bajando, pero la carretera nos guarda ahora una trampa gratuita. Un doble repecho de un kilómetro, descenso de otros mil metros, y un último kilómetro de nuevo durísimo donde dejamos atrás La Maroma y vamos pasando -siempre por debajo y ya un poco más alejados- junto al resto de cumbres de Sierra Tejeda, como el Salto del Caballo (1.890 metros) o las Lomas de Cuascuadra. Al fondo, al otro lado, la mancha azul del mar -que se veía hasta Sedella bajo los barrancos, allá a lo lejos- se ha perdido de momento. Luego la iremos viendo cada vez más grande.

La primera vez que subí ese repecho recuerdo que, al ir con la inercia de la bajada, pensaba que lo subía fácil y seguí, ignorante de mí, con el plato puesto. Lo quité de milagro sin quedarme parado ni romper -de nuevo de milagro- la cadena, pero me costó ir haciendo eses hasta llegar arriba. Cosas de emocionarse creyendo que uno es ciclista cuando no llega ni a globero. Tras esa subida podríamos tomar el Puerto de los Carboneros, que nos lleva a Canillas de Albaida, pero el asfalto está bastante regulero, así que bajamos por una rampa de mucha pendiente y con un par de curvas chungas hasta Árchez. Aquí podríamos tomar en dirección Arenas, volver a Vélez-Málaga y de ahí a Torre del Mar, y fin del tema. Pero nos hemos propuesto bordear el Parque Natural de Tejeda, Almijara y Alhama íntegros y lo vamos a conseguir. ¡Al lío!

Tomamos pues a la izquierda y, acto seguido, nos vamos en dirección a Sayalonga, primero en suave descenso y después subiendo en torno al 6-7% durante algo más de un kilómetro para hacer un brusco giro a la izquierda de casi 180 grados. Entramos ahora en la carretera de Cómpeta, en los últimos kilómetros de aquella Carrera del Pavo que hicimos allá por diciembre cuando era joven y alocado. Total, que tenemos 4 kilómetros de subida por delante. Tramitos de falso llano al 2-3% de los que cuando uno está en forma los quema, y cuando está flojo le queman. Antes de entrar en Cómpeta, giro brusco a la derecha en un rampón al 14% durante unos 500 metros. Coronamos junto al estrambótico mirador de Cómpeta. Enfrente tenemos la Venta de Palma, donde podemos echar un refresco antes de emprender el descenso definitivo.

Entre Torrox y Cómpeta, con el Cerro Lucero al fondoV. M.

Una bajada que es un tanto puñeterilla, porque cuando llevas tres kilómetros y estás confiado en que se acabaron las subidas resulta que no, y que tienes un 'bonus track' de tres kilometritos para, ya sí que sí, tirarnos hacia Torrox y también al mar. Antes de llegar a Cómpeta -su sierra se quemó en 2014, ardiendo allí 80 hectáreas de pino y salvando la parte alta del pueblo de puro milagro- hemos empezado a ver cortijos con paseros, y es que la uva y la pasa son el producto por excelencia de la zona. El vino dulce 'der terreno', que va estupendo para quitarse el frío en invierno, es como beberse la misma Axarquía. Sabe a uva moscatel y tierra, y hay que gastar cuidado con él porque entra genial pero sube peor. Tan institucionalizado está ya este producto que la noche del 14 al 15 de agosto se celebra desde hace 44 años la Noche del Vino. Una fiesta que conmemora el día en el que los competeños se iban antiguamente a la vendimia.

Tras un largo descenso -la carretera sigue siendo estrecha, bien de asfalto pero a veces con poca visibilidad tras las curvas-, llegamos por fin a Torrox, bajamos a la costa y tomamos la N-340 en dirección de nuevo a Torre del Mar. Los últimos 15 kilómetros los vamos a hacer tranquilitos, en llano y junto a la playa. Ahora sí, una vez lleguemos, a reponer fuerzas. Que nos lo hemos ganado.

Acabando junto al MediterráneoV. M.

Ruta Mudéjar: Torre del Mar - Canillas de Aceituno - Árchez - Cómpeta - Torre del Mar. Media montaña. 79 kms. Desnivel: 1.716 metros.

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