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LA PIZARRA TÁCTICA

La estrategia ganadora de Klopp

El Liverpool menos aparente de toda su trayectoria en esta Champions abrazó el título en un ejercicio de eficacia, altura defensiva e inteligencia táctica. Klopp ideó una estrategia que mantuvo los valores habituales de presión alta y sentido vertical del juego, características suficientes para doblegar a un Tottenham que nunca se acabó de recuperar del traumático golpe que supuso el penalti del segundo 21. No fue casual que Van Dijk lanzara en largo en la primera jugada como tampoco que Henderson buscara la espalda de Trippier con el movimiento de ruptura de Mané tras ganar el balón Fabinho. El objetivo del Liverpool de amenazar con envíos profundos se cumplió de primeras y mediatizó toda la final.

La otra gran cualidad del equipo de Klopp se estableció en su postura sin el balón. Con el bloque muy adelantado, permitió que Alderweireld y Vertonghen asumieran el peso de la salida del Tottenham. Se intercambiaron 45 pases entre ambos. Firmino les flotaba, Salah y Mané se ubicaban entre lateral y central y los tres centrocampistas (Fabinho, Henderson y Wjnaldum) cerraban los pasillos interiores. Winks y Sissoko acreditaron sus dificultades para canalizar el juego. Al Tottenham sólo le quedó la velocidad de Son para sortear la presión red, pero cuando merodeaba la zona defensiva de su rival siempre aparecía la figura imponente de Van Dijk y la seguridad en la portería de Alisson. El equipo de Pochettino creció en el tramo final, aunque su alta posesión (casi el 65%) careció de sustancia. En una final con olor al viejo fútbol británico, jugada más por alto que por bajo, Klopp olvidó los fantasmas y devolvió al Liverpool a la cima europea. Es el gran ganador de esta Champions.

Sin fisuras

Ampliar

Posicionamiento adelantado del Liverpool para impedir recibir a los centrocampistas del Tottenham. Alderweireld y Vertonghen no encuentran la forma de orientar el juego de su equipo.