El perdón no es suficiente
El funeral. En la rueda de prensa el día antes del partido compareció Leo Messi para pedir perdón por el desastre de Anfield por activa y por pasiva. Vale, compramos la contrición porque se suponía que esa catarsis pública debería servir para salir a jugar la final como si no fuera un funeral. Pero minutos antes de que empezara, David Bisbal salió a animar el cotarro y eligió como primer tema de su actuación la canción “pedir perdón”. Un tema absolutamente dedicado al Barça.
El trailer. Cuando uno va a un entierro lo elegante es mostrarse apesadumbrado y cariacontecido. Y como el Barça salió a oficiar su propio funeral, los jugadores cumplieron con las expectativas. Era un equipo triste, funcionarial y taciturno que durante cuatro minutos mantuvo la posesión del balón pero que llevaba tatuado en la frete que a la primera bola que perdiera iba a ser el gol del Valencia. No lo fue porque Piqué salvó el tanto sobre la línea. Pero ya habíamos visto el trailer de la película: el Barça sin hacer nada y el Valencia atento a morder como cocodrilos.
El fiasco. La jugada táctica de introducir a Arthur y Coutinho resultó un fiasco que el Valencia aprovechó a la perfección ante un Barça que seguía de luto. Cuando se quiso mirar al espejo, los barcelonistas ya iban perdiendo por 2-0 en el marcador. La reacción llegó demasiado tarde. El luto duró demasiado pero en los dos últimos minutos de la primera parte el enfermo dio síntomas de reacción. Quedaba la segunda
Explicaciones. En la segunda el Barcelona lo dio todo, aparcó el duelo y el perdón. Dejó el pañuelo de las lágrimas y salió a por el partido retirando a Semedo y a Arthur del campo. Messi, como siempre, marcó el gol que le permite dejar de pedir perdón. Él, como Piqué no tiene que pedir perdón por nada. Pero una cosa es pedir perdón y otra es dar explicaciones y de esas hacen falta muchas a partir de ahora. Se ganó la Liga con autoridad, pero se volvió a fallar en un momento decisivo. Y ya habrá tiempo de volver a pedir perdón.
La decadencia. Se abre un tiempo en el que las disculpas no van a ser suficientes para un equipo que salió a jugar de luto y que entro en una final, que se supone que era una de sus especialidades, demasiado tibio. Cuando quiso darse cuenta de que se les escapaba el título, únicamente Piqué y Messi tiraron del carro ante un equipo donde el resto de la guarnición fue demasiado deficiente. Coutinho será el más señalado y con razón, pero hay mucha tela que cortar de cara a la temporada que viene. Ahora vendrá la escenificación de los perdones, pero no siempre pueden dar la cara los que más hacen en nombre de los que menos lo merecen. No es un fracaso de temporada, es un fracaso de planificación porque viendo lo que hay y lo que se podía conseguir al que hay que pedir perdón es a Messi. Ni él ni Piqué se merecen vivir esta deblacle, dulce, pero decadencia al fin y al cabo