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Hasta siempre tío Niki, el piloto que venció a la muerte

Con las manos en los bolsillos, la mirada de un coche a otro y su eterna gorra roja, Niki Lauda saludaba a los que se cruzaban con él en la parrilla de salida del GP de Italia en 2012. Llámenme tonto, pero después de un varios años siguiendo el Mundial de Fórmula 1 empecé a sentir que de verdad estaba en los grandes premios el día que me saludó Niki con una gran sonrisa, eh, español... me dijo. Hablamos brevemente, de Ibiza, de Alonso, de coches. Y solo por eso aquel viaje había merecido la pena. Niki era una auténtica leyenda de las carreras, uno de esos pilotos que siempre será piloto como, que llevaba en el cuerpo las cicatrices de una vida dedicada a su pasión y que era respetado como el gran campeón que siempre será por todo el mundo en el universo de egos, vanidades y envidias de la Fórmula 1.

Lauda logró tres títulos mundiales, pero sobre todo será siempre recordado por la manera en que venció a la muerte, aunque ahora haya muerto a los 70 años. Fue en aquella carrera en Nürburgring, en la curva Bergwerk, tres pilotos le ayudaron, entre ellos el mítico Merzario que se jugó la vida literalmente para sacar a Niki del coche, tiempo después le regalaría un reloj de oro que Arturo aún enseña en los circuitos. En ese tiempo incluso le llegaron a dar la extremaunción dada la gravedad de sus lesiones, pero Lauda sobrevivió, volvió a competir y solo la lluvia y los fantasmas le dejaron sin título ese año. Andreas Nikolaus Lauda decía que lo quería y lo que muchos pensábamos, que el Ferrari de Alonso era una mierda o que el asturiano era “el mejor ahí fuera”. Estaba por encima de todo y de todos porque pocos como él habían vencido a la muerte, en la F1 muchos le conocían como un abuelo o un tío mayor, fue un privilegio compartir unos momentos y un tiempo con esta leyenda, hasta siempre tío Niki, larga vida allá donde estés, tú que venciste a la muerte.